Dejémonos de eufemismos: Hablemos de vientres de alquiler
Especialmente a raíz de la propuesta de Ciudadanos en el Congreso acerca de la “Gestación Subrogada”, se ha abierto un intenso y duro debate acerca de este tema. Un debate cuanto menos necesario.
Pero dejemos los eufemismos a un lado y llamemos a esta práctica por su nombre: VIENTRES DE ALQUILER. Aunque algunas personas (las que están a favor) consideren que es peyorativo.
Los argumentos que apoyan los vientres de alquiler se basan fundamentalmente en cinco argumentos:
– Las mujeres deben ser mayores de 25 años.
– Deben tener una renta mínima.
– Deben haber sido madres anteriormente.
– Debe ser altruista.
– Se basan en la libertad de las mujeres para elegir sobre sus propios cuerpos.
Pero a pesar de este argumentario principal, las mujeres gestantes podrán percibir una prestación económica y estarán sujetas a un contrato que no pueden romper. De modo que esto rompe completamente con el altruismo (compensación económica) y la libertad de la mujer (se encuentra sujeta a un contrato).
Los vientres de alquiler se basan fundamentalmente, en el derecho de las familias, a poder ser padres y madres de bebés con SU genética. La maternidad y paternidad se basan en el compartir el ADN, olvidándonos de lo que más importa: el vínculo afectivo.
Se considera que la “madre gestante”, mejor dicho la madre alquilada, no sería la verdadera madre, sino que simplemente se encargaría de dar a luz al bebé de otras personas con las que compartiría la genética. Es decir, se basa la maternidad y paternidad en el vínculo genético, viniendo a decir que si no compartimos ADN, no se es padre ni madre.
Por tanto, no se quiere ser padres y madres, sino PERPETUAR nuestra carga genética en generaciones futuras. Porque si se quiere formar una familia, ¿por qué no hablamos de los miles de niñas y niños que no tienen familia y viven en condiciones de extrema pobreza? Esas niñas y niños sí que tienen el DERECHO a una vida digna, a tener una familia. Pero el querer tener descendencia, y más aún, descendencia con nuestra genética, es un DESEO. Un deseo que sólo podrán cumplir las personas que económicamente puedan pagarlo. Que puedan pagar por utilizar para su propio beneficio el cuerpo de una mujer.
Se afirma, que sí, se utilizará el cuerpo de una mujer, pero bajo su libertad de decisión. Puede haber mujeres que elijan esta opción libremente (aunque tengo mis dudas, como con la prostitución), pero la mayoría no lo harán. La mayoría serán mujeres en una situación precaria y vulnerable, que serán utilizadas por personas en una posición superior.
De modo, que con los vientres de alquiler, no se habla del derecho de las mujeres de ser libres respecto de sus cuerpos, no se habla del derecho de las niñas y niños del mundo a poder tener una familia y unas condiciones de vida dignas, hablamos de personas ricas que quieren perpetuarse genéticamente a costa de otras mujeres en peor situación.
Mujeres, que inevitablemente van a crear un vínculo con el bebé que gesten y que después van a tener que entregar. ¿No nos planteamos los efectos psicológicos que puede tener en las mujeres?, ¿Y los problemas de salud que pueden tener las mujeres?, ¿Y las complicaciones?
Durante la gestación, que son ni más ni menos que 9 meses, pueden ocurrir y cambiar muchas cosas, pero el derecho lo tiene la familia que alquila por encima de la madre. El contrato es el contrato, y este no se puede alterar, y si se hace, existen medidas punitivas.
En definitiva, hablamos de un NEGOCIO que puede reportar millones a empresas y mafias a costa del cuerpo y de la salud física y mental de las mujeres, que en muchas ocasiones se verán forzadas por sus circunstancias o por terceras personas a someterse a ello como si fuesen “máquinas reproductoras de bebés”, cosa que ya está ocurriendo en otros países.