El feminismo en Tea Rooms

 In Libros, Mujeres en la Historia

La novela Tea Rooms, Mujeres obreras y su autora, Luisa Carnés siguen siendo unas grandes desconocidas de la literatura española.

El golpe de estado y la dictadura que vino después se encargaron de borrar de la memoria cualquier referencia a autores y autoras surgidos en la II República, especialmente a las mujeres, como Luisa Carnés.

Con la caída de la dictadura y la instauración de la democracia, se trató de hacer justicia y recuperar las obras de varios autores.

Pero esta “justicia” se olvidó nuevamente de las mujeres, y no ha sido hasta el siglo XXI que se ha ido recuperando la memoria de autoras como Luisa Carnés.

De esta autora, destaca especialmente la novel Tea Rooms, Mujeres Obreras.

Se trata de una novela corta pero intensa que trascurre en un salón de té del Madrid de los años 30.

Podría decirse que la obra tiene tres vertientes, pero siempre bajo un fuerte y rotundo realismo social.

En primer lugar, podría decirse que la novela es un estudio sociológico del Madrid republicano. Te sumerge por completo en la situación social, económica, laboral y política de la época.

En segundo lugar, es un alegato en favor de la lucha obrera debido a la alta tasa de parados, las condiciones precarias, las largas jornadas y los salarios bajos, alentada por la revolución rusa de 1917.

Por último, se trata también de un grito en favor de la emancipación de las mujeres y una clara denuncia de la situación en la que viven, siendo este el eje central de la novela.

La autora denuncia la situación de las mujeres a través de diferentes personajes femeninos, cada una con su historia, pero unidas por la opresión sexista.

Luisa Carnés pone encima de la mesa temas como el matrimonio, el trabajo doméstico, el aborto, el acoso sexual y la prostitución.

A través del personaje de Matilde, quien podría considerarse el alter ego de la autora, se hace una crítica clara al matrimonio como única salida para las mujeres.

Aboga por la educación y el trabajo digno para las mujeres como vía de independencia.

Durante el desarrollo de la obra, a Matilde le aparece un pretendiente. Uno de los repartidores del salón de té. Este se muestra tímido pero interesado en ella. Ella es indiferente.

Sus compañeras de trabajo la instan a que acepte salir con él para poder casarse, sin embargo ella se niega.

Tiene claro que las mujeres pueden aspirar a mucho más que a lo que ella denomina “esclavitud doméstica”.

En este párrafo se ve claramente su posición, reflejada en el personaje de Matilde, respecto del matrimonio como única vía para las mujeres:

“Creíamos también que nuestra única misión en la vida era la caza del marido, y desde chicas no se nos preparaba para otra cosa; aunque no supiéramos leer, no importaba: con que supiéramos acicalarnos era bastante. Hoy sabemos que las mujeres valen más que para remendar ropa vieja, para la cama y para los golpes de pecho; la mujer vale tanto como el hombre para la vida política y social”.

A su crítica constante del matrimonio a lo largo de Tea Rooms, se une la crítica a la falta de educación de las mujeres y como esta debe ser la vía para salir del yugo del matrimonio:

“Pero también hay mujeres que se independizan, que  viven de su propio esfuerzo, sin necesidad de «aguantar tíos». Pero eso es en otro país, donde la cultura ha dado un paso de gigante; donde la mujer ha cesado de ser un instrumento de placer físico y de explotación; donde las universidades abren sus puertas a las obreras y a las campesinas más humildes. Aquí, las únicas que podrían emanciparse por la cultura son las hijas de los grandes propietarios (…); precisamente las únicas mujeres a quienes no les preocupa en absoluto la emancipación, porque nunca conocieron los zapatos torcidos ni el hambre»

Nuevamente hace un alegato en favor de la independencia de las mujeres respecto a los hombres y lo hace poniendo de manifiesto la necesidad de una educación.

Sin embargo, aquí hace una clara distinción entre las mujeres de clase obrera y las de clase media y alta, algo también muy presente en el libro.

Las primeras, las obreras, que no tienen acceso a la educación son las que la necesitan y quieren optar a ella, pero las segundas, las hijas de la clase media y alta, que podrían acceder no se muestran interesadas en emanciparse.

Pero a pesar de esta distinción de clase en relación con el matrimonio y la educación, equipara la desigualdad de sexos a través del personaje más trágico de la novela Tea Rooms: Laurita.

Laurita es la ahijada del jefe, el “ogro”. Una chica joven e ilusa que no quiere estudiar y se pasa el día leyendo novelas románticas.

Como no quiere estudiar la ponen a trabajar en el salón de té.

Al ser la ahijada del jefe puede escaquearse del trabajo y hablar con los clientes, cosa que le gusta más que atender el mostrador.

Conoce a un grupo de artistas y en especial a uno, con quien empieza a salir. Se queda embarazada.

Decide abortar, pero el aborto no es legal, así que acude a un lugar clandestino. Muere desangrada.

Su muerte se cuenta con una crudeza desgarradora y especialmente, la reacción de su familia.

Esta no se siente triste por haber perdido una hija, sino vergüenza por cómo ha sucedido.

Se advierte que lo que hace sufrir a esta madre no es el trance en sí, precisamente, sino la causa que lo ha motivado. Parece traspasada por el dolor, pero no olvida su posición social “honorable”.

La autora refleja claramente la hipocresía de una sociedad a la que no le importan en absoluto las vidas de las mujeres que se pierden por no tener derecho al aborto y tener que hacerlo clandestinamente.

Otro aspecto fundamental que trata, es el acoso sexual en el trabajo.

Hablar de esto en una novela es algo novedoso y muy avanzado a su época.

El acoso sexual laboral existe desde hace décadas, incluso siglos, pero en España no fue hasta 1997 que se dictó la primera sentencia al respecto.

Por tanto, que Luisa Carnés lo pusiera sobre la mesa en los años 30 en su novela Tea Rooms, es algo muy a tener en cuenta.

Ella lo describe así: “Se dan casos verdaderamente repugnantes; casos en que las auxiliares se han visto obligadas a denunciar al jefe inmediato o a pedir, con un pretexto cualquiera, su traslado a otro departamento de la casa. Eso tratándose del jefe inmediato, que cuando es el director quien origina las cosas, entonces el problema es de fácil solución: no hay más que coger la puerta… Y, a comer moralidad”.

Además, afirma la autora que esto no solo se da en las oficinas sino “en todas las partes donde haya mujeres subordinadas a hombres”.

Con estas dos afirmaciones, Luisa Carnés describe perfectamente la situación de las mujeres trabajadoras.

Cuando las mujeres están subordinadas a los hombres, se darán de forma frecuente situaciones de acoso sexual.

También afronta el problema de la prostitución, con una posición abolicionista clara.

Este aspecto lo aborda con el personaje de Marta, la más joven de la novela.

Una adolescente de 16 años con una situación familiar precaria, desesperada por encontrar un trabajo.

Marta, a pesar de su inexperiencia, consigue trabajo en el salón de té.

Sin embargo, el salario es muy bajo y la vida muy cara y encuentra la solución quedándose de vez en cuando una peseta extraviada.

Pero la acaban por pillar y la despiden. Desesperada ante su pérdida de trabajo y su situación familiar, se ve abocada a la prostitución.

Ante esta situación, Matilde, reflexiona lo siguiente: “Tampoco Marta está en el camino cierto de la libertad, de la emancipación. Marta hace de “eso” un fin, no un medio, y “eso” sólo puede estar menos mal (nunca bien) como un medio para un fin determinado”.

La autora se muestra firmemente en contra de la explotación sexual de las mujeres y de que la alternativa al matrimonio pase por ella.

Por último, es destacable también la imagen que refleja de los personajes masculinos, en casi todos los casos negativa.

El “ogro”, el jefe y propietario del salón, aparece como un avaro y un explotador, marcando la temática de lucha obrera que también impregna la novela.

Pero también se muestra crítica con los obreros.

Uno de los trabajadores del salón está casado y tiene hijos, pero tiene una aventura con la encargada del local.

Su mujer y sus hijos están pasando penurias, pero él prefiere gastarse su sueldo en sí mismo y en su amante.

Por eso, aunque Tea Rooms pueda considerarse un estudio sociológico y un alegato en favor de la lucha obrera, subyace especialmente la perspectiva feminista.

Tea Rooms, Mujeres obreras es una novela completamente avanzada a su tiempo y que parece del todo actual.

Muchos de los temas que trata (aborto, prostitución, acoso sexual…) siguen estando en el tablero político y en la agenda feminista.

Es una novela que refleja con exactitud la situación de las mujeres en los años 30 y todas las desigualdades que sufrían, muchas de las cuales seguimos sufriendo.

Y deja claro que, aunque haya diferencias de clase que no pueden obviarse, la opresión de las mujeres es transversal y afecta a todas y cada una de las  mujeres.

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