La escritura japonesa y las mujeres

 In Mujeres en la Historia

La escritura japonesa y las mujeres

La relación de la escritura japonesa y las mujeres es realmente interesante.

Uno de los principales motivos es que, al igual que en todas las sociedades del mundo, las mujeres han estado apartadas y excluidas de la educación formal.

Principalmente por este motivo las mujeres han buscado formas de comunicarse alternativas, incluyendo sistemas de escritura propios.

Un ejemplo reseñable se encuentra en la escritura japonesa y las mujeres que buscaron una manera diferente de comunicación.

Durante el periodo Heian, que abarca desde el año 794 al año 1185, las damas pertenecientes a la corte japonesa tenían acceso a una educación similar a la de los hombres, excepto por el aprendizaje y uso de los kanji (caracteres chinos adaptados a la lengua japonesa).

La escritura y la lectura no se consideraban necesarias en la educación de las mujeres japonesas.

Incluso se pensaba que el cerebro femenino no tenía capacidad para su comprensión y puesta en práctica.

No se les permitía tomar decisiones de gran envergadura, no mandaban ni recibían correspondencia y tampoco se consideraba que pudieran tener ideas dignas de plasmar por escrito.

Es por este motivo que se las excluyó de la enseñanza de la escritura, compuesta entonces fundamentalmente por los kanji.

Sin embargo, al igual que todas las civilizaciones desarrolladas, las mujeres tenían la necesidad de comunicarse de forma que no fuese solo oral.

La escritura permite la comunicación sin importar el tiempo y la distancia. No requiere la presencia simultánea de la emisora y la receptora.

Es una herramienta eficaz para expresar la intimidad y desarrollar la creatividad.

Además, permite trascender y que las opiniones, sentimientos y pensamientos de una persona permanezcan más allá incluso de su propia vida.

Por tanto, al negársele la posibilidad de aprender los kanji y de utilizarlos, las mujeres elaboraron un sistema diferente llamado onnade, que significa mano de mujer.

Actualmente este es conocido como el silabario hiragana y su uso sigue estando muy extendido.

Los kanji, que son caracteres chinos adaptados a la lengua japonesa, consisten en un grupo de trazos que se leen en bloque y tienen un significado concreto.

No se desglosan en sílabas, por lo que su aprendizaje requería tiempo y esfuerzo.

Este aprendizaje no se les permitía a las mujeres por el mero hecho de serlo, por lo que utilizaron un sistema diferente.

Su sistema de escritura utilizaba símbolos que se asocian a sílabas, más sencillos que los kanjis.

Este tipo de escritura, como se comprueba con el significado de su nombre (mano de mujer), era principalmente utilizada por las mujeres.

Incluso estaba mal visto que los hombres lo utilizaran.

Los hombres siguieron utilizando los kanji y el otokode o mano de hombre, también conocido como katakana.

Que las mujeres diseñaran este sistema de escritura les permitió entrar en un mundo que hasta ese momento les había sido completamente vetado.

Y, aunque ese tipo de escritura se consideraba poco culto, supuso un gran avance para la escritura japonesa y las mujeres.

Un ejemplo de ello es el notable aumento de la presencia de mujeres en la literatura, especialmente en la poesía cuando antes no había prácticamente ninguna mujer.

En la antología poética “Cien poetas, cien poemas” datada en la primera mitad del siglo XIII y compuesta por el poeta Fujiwara Teika, se cita a más de 20 mujeres.

Esta cifra estaría cercana al cero si no existiese el onnade o hiragana.

Además, durante la época Heian, previo a la citada antología poética, fueron escritos por mujeres dos libros fundamentales.

El primero es el Genki Monogatari de Murasaki Shikibu. Su significado podría traducirse como Novela de Genji, Romance de Genji o Historia de Genji.

Esta novela, fundamental en la lengua japonesa, está considerada como la novela más antigua de la historia.

Cuenta la historia del príncipe Genji, especialmente su vida amorosa y la recuperación del poder imperial.

Esta novela permite conocer cómo era la vida de la corte japonesa a principios del siglo XI.

Su autora fue Murasaki Shikibu, una mujer de la realeza que formaba parte de la corte de la emperatriz a finales del siglo X e inicios del XI.

Nació en una familia acomodada, recibiendo una buena educación y demostrando una destacada inteligencia, lo que le permitió acabar formando parte de la corte.

Otro título esencial es Makura no soshi. Se trata de un diario que se podría traducir como el Libro de la almohada.

En este diario íntimo, la autora describe los diez años que vivió en la corte, aunque también tiene partes que se acercarían al ensayo.

Fue escrito por Sei Shonagon, también dama de la corte durante el siglo X y proveniente de una familia acomodada. Su padre fue poeta.

Ambas obras se consideran grandes hitos en la literatura japonesa y tienen varios aspectos en común.

En primer lugar, la época en la que fueron escritas. Ambas son de la época Heian.

Una época en la que a las mujeres pertenecientes a la corte se les permitía recibir cierta educación, aunque no en la escritura y lectura de los kanjis.

En segundo lugar, ambas autoras forman parte de la corte y provenían de familias con cierta relevancia, por lo que su situación podía ser más favorable para realizar actividades intelectuales.

Por último, ambas fueron escritas en el silabario hiragana u onnade (mano de mujer).

Estas dos mujeres pudieron escribir sus obras porque previamente otras mujeres se habían rebelado contra la prohibición de enseñarles la lectura y escritura de los kanjis, solamente reservados a la jerarquía masculina.

Porque los derechos de las mujeres, en este caso el derecho a la escritura, se consiguen con la lucha y la desobediencia.

Si no hubiese sido así, probablemente las mujeres hubiesen tardado muchos años en poder escribir o quizá, seguirían sin poder hacerlo.

Además, la relación entre la escritura japonesa y las mujeres sigue siendo muy evidente a día de hoy.

El hecho de que las mujeres inventaran este silabario hiragana sigue teniendo unas implicaciones básicas en la actualidad.

El hiragana es uno de los dos silabarios que todavía se siguen utilizando en el japonés moderno y probablemente si las mujeres no lo hubieran inventado, la lengua japonesa sería muy diferente.

Por tanto, la escritura japonesa y las mujeres tienen una relación indisoluble y el legado de estas mujeres sigue siendo fundamental.

Podéis ampliar información en los siguientes enlaces:

Leave a Comment

Start typing and press Enter to search