La historia silenciada de Ravensbrück

 In Mujeres en la Historia

La historia silenciada de Ravensbrück

La historia del campo de concentración de Ravensbrück es otra parte de la historia de las mujeres que no se ha contado.

Prácticamente todas hemos oído hablar de los campos de concentración nazi de Auswitch y Mauthausen, entre otros. Sin embargo, casi nadie conoce qué paso en Ravensbrück o incluso no nos suena ni el nombre.

La historia de las mujeres, ya sea la de los horrores y malos tratos vividos o la de los logros alcanzados, ha estado siempre oculta, denostada, infravalorada.

Sin embargo, es necesario que la historia silenciada de Ravensbürck y la de los horrores que vivieron las mujeres allí se conozca y se reivindique.

Ravensbrück fue uno de los primeros campos de concentración que instaló el régimen nazi de Hitler. Esto fue en 1939, poco antes de que empezara la II Guerra Mundial. También fue el último en ser liberado al final de la guerra en 1945.

Este, además de ser un campo de trabajo y de exterminio, como tantos otros más conocidos, tenía una característica específica y particular que le diferenciaba del resto: era específicamente para mujeres. Fue el único campo de concentración nazi construido en exclusiva para mujeres.

En palabras de la escritora Sarah Helm y superviviente: “Así como Auschwitz fue la capital del crimen contra los judíos, Ravensbrück fue la capital del crimen contra las mujeres».

Pero a pesar de esto, su historia, por ser la historia de las mujeres, no se conoce, se ha omitido y se ha ocultado.

La historia silenciada de Ravensbrück es la historia de todos los crímenes, humillaciones, vejaciones, experimentaciones y asesinatos que vivieron las mujeres en él durante los seis años de su funcionamiento.

Se calcula que en Ravensbrück murieron, o mejor dicho, fueron asesinadas entre 30.000 y 90.000 mujeres y unas 130.000 pasaron por este campo.

Se piensa también que llegaron a vivir juntas al mismo tiempo unas 45.000 mujeres en condiciones de hacinamiento extremo.

Es decir, que aun centrándonos únicamente en los datos numéricos que existen, la magnitud de los hechos es suficientemente grave como para que no se haya tenido en cuenta.

Como ya se ha hecho referencia, la característica común de las personas para las que estaba destinado este campo era que eran mujeres; su sexo.

Pero no era un campo de exterminio para mujeres judías, como se podría pensar por ser el holocausto judío la parte más conocida y contada del nazismo. Apenas el 10% de las víctimas lo eran.

La población era muy diversa, empezando por alemanas que se habían opuesto a Hitler, testigas de Jehová que consideraban a Hitler como el “Anticristo”, comunistas, intelectuales y mujeres consideradas por las SS como “deshechos sociales” (prostitutas, criminales y gitanas).  

No existía un trasfondo antisemita, racista o xenófobo, como sería fácil pensar por la historia que conocemos del nazismo.

En este caso, se está hablando de misoginia y violencia hacia las mujeres por el hecho de serlo y por ello las consecuencias que estas mujeres sufrieron van más allá de las que conocemos de otros campos de exterminio.

Se utilizó el campo para cometer crímenes específicos contra las mujeres por su sexo, como abortos forzados, esterilización, prostitución forzada y otros múltiples experimentos ginecológicos.

Además, estas mujeres fueron golpeadas, obligadas a pasar hambre, gaseadas, envenenadas y obligadas a trabajar hasta la muerte.

A muchas mujeres se les obligaba a trabajar en la fábrica Siemens en jornadas de más de 16 horas, construyendo componentes del cohete V-2 para luchar contra las fuerzas aliadas.

A partir de 1942, algunas jóvenes polacas fueron sometidas a horribles tratamientos. Se las denominó como Kaninchen (conejillos de indias).

Estos experimentos consistían, por un lado, en infectar músculos, huesos y nervios mediante piezas de madera o cristal para ver su evolución, y por otro lado trasplantaban huesos de unas mujeres a otras. En la mayoría de los casos se quedaron mutiladas.

También muchas mujeres romaníes sufrieron los experimentos nazis: fueron esterilizadas bajo la falsa promesa de la libertad.

Los niños y niñas que nacían de las múltiples violaciones que sufrían por los soldados de las SS, en condiciones de insalubridad, eran asesinados nada más nacer delante de sus madres.

En este campo de exterminio, viviendo todos los horrores referidos, también hubo mujeres españolas. Once fueron las que sobrevivieron a estos. Mujeres que combatieron contra el fascismo en España y que tras huir a Francia para participar en la resistencia, fueron atrapadas y mandadas a Ravensbrück.

Estas mujeres no dejaron de luchar ni un solo momento contra el fascismo y el nazismo. Obligadas a trabajar en la fabricación de material militar, decidieron usar el sabotaje como arma de resistencia. Reducían la producción o adulteraban elementos como la pólvora.

Además de los horrores a los que se sometió a las mujeres en este campo de exterminio, la historia silenciada de Ravensbrück, también ha ocultado las redes de sororidad, compañerismo, apoyo y solidaridad entre mujeres.

Este apoyo y ayuda entre mujeres permitieron a muchas seguir con vida, soportar el trabajo esclavo y las múltiples torturas a las que fueron sometidas.

Finalmente, en el 1945 Ejército Rojo libera el campo de concentración. Sin embargo, las mujeres nunca estamos a salvo entre hombres. Muchas de las mujeres que permanecían en este fueron violadas por los soldados rusos prolongando y agravando su sufrimiento por quienes venían, supuestamente, a liberarlas.

Esta liberación puede que parezca el final del horror que se vivió en Ravensbrück pero a su vez fue un nuevo inicio. El inicio de la historia silenciada de Ravensbrück, del olvido que padeció lo que allí sucedió y se vivió y de la falta de credibilidad que sufrieron las supervivientes durante décadas y también de las múltiples consecuencias físicas y psicológicas que acompañaron durante el resto de sus vidas a las mujeres que lograron sobrevivir.

Este es otro ejemplo, de muchos, como el de la cárcel de Saturrarán (https://hablemosdefeminismo.com/el-horror-de-la-carcel-de-saturraran/) de cómo se silencia la historia de las mujeres, de cómo seguimos sin conocer la parte de la historia que a los hombres, que son quienes la escriben, no les interesa contar.

Las mujeres debemos reescribir nuestra propia historia, porque si no, jamás será contada.

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