La madre esquizofrenógena
La madre esquizofrenógena.
La psiquiatría, al igual que el resto de ciencias, también ha servido de herramienta para afianzar la opresión de las mujeres.
Por un lado, atribuyéndonos enfermedades mentales ante cualquier subversión de los mandatos patriarcales, como por ejemplo la histeria (https://hablemosdefeminismo.com/la-histeria-como-herramienta-de-control-patriarcal/) y, por otro lado, culpándonos y atribuyéndonos el origen de las enfermedades mentales de otros.
En relación con esta segunda vía, la culpabilización, se encuentra, entre otros, el concepto de “madre esquizofrenógena”.
El término de “madre esquizofrenógena” fue acuñado en 1948 por la psiquiatra y psicoanalista alemana Frida Fromm-Reichman.
Aunque esta autora no lo utilizó de forma frecuente, el concepto se popularizó con rapidez en una sociedad machista y misógina.
Fue una forma “fácil” de explicar el origen de una enfermedad mental tan grave como la esquizofrenia, el cual, a pesar de los múltiples estudios y teorías, seguía estando muy lejos de ser hallado.
El concepto de “madre esquizofrenógena”, venía a significar que había madres que hacían que sus hijos e hijas “se volvieran esquizofrénicos”, les provocaban la enfermedad.
Estas madres creaban ambientes hostiles, negligentes, fríos y rechazantes, que tenían como consecuencia la aparición de problemas graves de salud mental.
En definitiva, culpaba a las madres, quienes por mandato patriarcal tenían la obligación de asumir los cuidados de los hijos e hijas, de la aparición de problemas psicológicos y/o psiquiátricos.
Pero esta tendencia de culpabilizar a las madres de todo lo negativo que les pudiera ocurrir a sus hijos e hijas, no aparece con el concepto de “madre esquizofrenógena”.
Esta propensión tiene una larga tradición.
Desde el siglo XVIII, pensadores como Rousseau ya culpan a las madres y a la crianza que estas llevaban a cabo de cualquier problema educativo, de salud o de desenvolvimiento en la sociedad que cualquier niño o niña pudiera tener.
Además, él también teoriza para establecer cómo debía ser la educación adecuada según el sexo.
Esta creencia no desaparece, se mantiene hasta alcanzar su mayor auge con la práctica psicoanalítica freudiana en la primera mitad del siglo XX.
El psicoanálisis trata de justificar las diferencias entre los sexos, atribuyendo a las mujeres una inferioridad “natural” en relación con los hombres.
Establece estándares masculinos y femeninos como inamovibles y naturales.
Características psicológicas y de personalidad adecuadas para mujeres y para hombres.
Obviamente dentro de aquellas “naturales” para las mujeres se encontraban la sumisión y la maternidad.
Afirma que para que una niña pueda estar equilibrada mentalmente, es decir, que encajase dentro de los estándares de la feminidad, necesitaba de una madre también equilibrada, que cumpliera con los mandatos sexistas.
Si esto no era así, la niña sufriría un trauma que inevitablemente comportaría problemas de salud mental. También en los niños.
En base a la creencia de la existencia de una madre patógena, el objetivo consistió en buscar la causa de cualquier enfermedad mental en la madre.
Se proponían “tratamientos” que implicaban el cambio de las conductas y comportamientos de la madre en relación con sus hijos e hijas, llegándoles incluso a separar para evitar esa “influencia nociva”.
Incuestionablemente, la causa estaba en la madre, o por exceso o por defecto, a la hora de ejercer sus funciones maternales, especialmente si no habían cumplido lo suficiente.
Es en este contexto en el que Firda Fromm-Reichman acuña el término de “madre esquizofrenógena” y este se asume fácilmente.
Sin que sea ninguna sorpresa, y sin evidencia científica alguna, el patriarcado, esta vez mediante la psiquiatría, atribuye el origen de la enfermedad mental en los comportamientos, conductas y cuidados maternos.
Sin embargo, el concepto de “madre esquizofrenógena” no ha sido el único.
También en la década de los 40 aparece el concepto de “madres nevera”.
El psicólogo austríaco Bruno Bettelheim atribuyó el origen del autismo a la ausencia de cariño en la infancia por parte especialmente de la figura materna.
También contribuyeron la teoría psicoanalítica y el psiquiatra Leo Kanner.
Aquí también, sin evidencia científica, se asumió la explicación como buena.
Tanto con la “madre esquizofrenógena” como con la “madre nevera” la sociedad culpabilizó durante 30 años a las madres de las enfermedades mentales de sus hijos e hijas.
Múltiples madres se vieron cuestionadas, culpadas y arrastradas a terapias en las que eran separadas de sus hijos e hijas.
Muchas de ellas también se cuestionaron su propia salud mental.
Una salud mental ya de por sí cuestionada y afectada por una sociedad misógina.
Las mujeres tenían que ser madres, pero tenían que serlo según los dictámenes de la sociedad patriarcal establecidos por los hombres.
Los hombres, quienes no se han encargado prácticamente nunca de los cuidados, han establecido las normas que deben cumplir las mujeres.
Han decidido cómo era la mejor manera de cuidar y de criar, estableciendo el ideal en la madre abnegada, paciente y dedicada.
Por tanto, en base a este ideal inalcanzable, cualquier madre que no lo seguía, estaba produciendo un daño enorme en la salud mental de su hijo o hija.
Estos dos términos, tanto la “madre esquizofrenógena” como la “madre nevera”, fueron desestimados en los años 70.
Sin embargo, esta responsabilización hacia las madres no ha cesado.
El ejemplo más reciente se encuentra en pleno siglo XXI, en concreto en el 2022.
La RAE incluyó el término “mamitis” en el diccionario como “excesivo apego hacia la madre”.
Sin embargo, no acuñó “papitis”.
Se sigue poniendo el foco en las madres, en cómo cuidan y crían.
Los hombres siguen estableciendo los estándares y las definiciones, pero sin asumir la corresponsabilidad.
Con la “madre esquizofrenógena” y la “madre nevera” fue por defecto, con “mamitis” es por exceso.
Estos conceptos, denotan claramente como el patriarcado ha colocado y sigue colocando la responsabilidad de los cuidados en las mujeres, estableciendo también los estándares para estos.
Además, exime completamente a los hombres de estas funciones.
Una vez más, la psiquiatría ha servido como herramienta de opresión para las mujeres, en esta última ocasión, amparada también por la RAE.