La violencia obstétrica en España
La violencia obstétrica en España.
La violencia obstétrica, según definición de las Naciones Unidas de 2016, “se asocia a la intervención desproporcionada e inexorablemente medicalizada del proceso natural de la condición de embarazo y parto” de las mujeres.
De esta definición se puede extraer que la violencia obstétrica englobaría aquellas prácticas llevadas a cabo por el personal de la salud que afectan a los procesos reproductivos de las mujeres, concretamente el embarazo, el parto y puerperio, que no son necesarias pero sí exageradas y desmedidas.
Diferentes autoras van más allá y consideran la violencia obstétrica como un trato vejatorio, deshumanizante y abusivo hacia las mujeres, especialmente durante el parto, entendiendo como tales tanto acciones físicas y/o psicológicas como omisiones.
La violencia obstétrica incluye prácticas como cesáreas innecesarias, episiotomías sin consentimiento, obligar al parto en una determinada posición y la medicalización excesiva de este proceso.
Además de esta violencia física también puede ejercerse violencia psicológica, como un trato infantil, paternalista, despectivo y humillante hacia las mujeres.
Otro ejemplo de violencia obstétrica es que cada vez es menos común que haya partos en días festivos.
Los partos ya no se distribuyen de forma normal y aleatoria, sino que prevalecen entre semana y en días laborales.
Esto ocurre tanto en la sanidad pública como en la sanidad privada.
Este hecho ha sido relacionado por expertas de la asociación “El Parto es Nuestro” con el elevado aumento de inducciones al parto y cesáreas sin justificación médica alguna.
Con este ejemplo, se puede concluir que la salud de las mujeres y sus hijos e hijas queda en un segundo plano.
A pesar de los múltiples ejemplos y de que cada vez se puede contar con más testimonios, este tipo de violencia sigue todavía muy oculto en la sociedad, también en la española.
Se silencia y no se habla de él, y si se hace, probablemente se niegue.
Además, parece que en un país que ha conquistado algunos logros feministas como España (aunque se va retrocediendo), sea improbable que exista la violencia obstétrica.
Nada más lejos de la realidad; esta violencia en España existe y es común a pesar de que en 2021 el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos rechazó el concepto de violencia obstétrica.
Un año después de esta negativa, en el año 2022 España fue considerada responsable por violencia obstétrica por el Comité de derechos de las mujeres de la ONU.
El caso es el siguiente:
N.A.E. acudió a un hospital público de Donostia a las 38 semanas de gestación por haber roto aguas.
El hospital no esperó las 24 horas que establece el protocolo y sin darle información alguna, se le indujo al parto sin consentimiento.
Se le sometió a tactos vaginales y no se le dejó comer.
Finalmente fue sometida a una cesárea injustificada durante la que tuvo los brazos atados y estuvo sola. Cuando nació el bebé no pudo tocarlo y lo apartaron de su lado, no pudo hacer piel con piel.
Después de esta situación, acudió a su médico de cabecera por síntomas de ansiedad derivados de esta brutal experiencia. Se le diagnosticó estrés postraumático posparto.
N.A.E. presenta una denuncia por violencia obstétrica, aunque es desoída por la justicia española, en la que solo encuentra revictimización.
Sin embargo, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) revisa la denuncia presentada y dictamina el 27 de junio de 2022 que N.A.E. ha sufrido violencia obstétrica y establece una serie de recomendaciones para el estado español:
- “En relación con la autora: proporcionarle una reparación apropiada, incluida una indemnización financiera adecuada a los daños de salud física y psicológica sufridos
- En general: Asegurar los derechos de la mujer a una maternidad sin riesgo y el acceso de todas las mujeres a una atención obstétrica adecuada […] proporcionar a la mujer información previa, completa y adecuada en cada etapa del parto y requerir su consentimiento libre, previo e informado […], respetando su autonomía y su capacidad para tomar decisiones informadas sobre su salud reproductiva; Realizar estudios sobre la violencia obstétrica que permitan visibilizar la situación y así orientar las políticas públicas de lucha contra dicha violencia; Proporcionar capacitación profesional adecuada […] Asegurar el acceso a recursos eficaces en los casos en que los derechos de salud reproductiva de la mujer hayan sido violados, incluido en casos de violencia obstétrica, y proporcionar capacitación especializada al personal judicial y al personal encargado de velar por el cumplimiento de la ley […].
El caso, extremadamente sangrante, no es algo puntual. Este tipo de actuaciones son habituales.
Se infantiliza, se desoye y se aparta a las mujeres de sus propios procesos reproductivos.
Esta es una práctica que se basa en una cultura y sociedad sexistas, de las que estamos muy lejos de erradicar la violencia hacia las mujeres.
Aumentan los asesinatos, las agresiones, los abusos y la violaciones hacia las mujeres, ¿por qué habría tenido que desaparecer la violencia hacia las mujeres en el entorno de la medicina?
La medicina sigue siendo, como la mayoría, una disciplina basada en estándares patriarcales y misóginos, y eso, tardará años en cambiar.
Las enfermedades y procesos de las mujeres no se estudian o se empiezan a estudiar ahora, y los que se han estudiado lo han sido desde una óptica androcéntrica.
Al igual que todas las violencias hacia las mujeres, la violencia obstétrica en España también es una violencia estructural e institucional que parte de la cultura patriarcal.
Ningún ámbito de nuestra sociedad está exento de dicha cultura, tampoco la medicina y la obstetricia.
Ahora, en pleno siglo XXI es cuando empezamos a hablar de violencia obstétrica.
Es cuando las mujeres que han pasado por estas situaciones están alzando la voz, entendiendo que son prácticas que no se pueden tolerar.
Pero, ¿por qué ha permanecido oculta hasta ahora?
Porque partiendo de la cultura patriarcal, esta violencia se ha naturalizado por parte de toda la sociedad, también por profesionales y usuarias, al igual que se hizo con las violaciones dentro del matrimonio.
Se ha creído siempre en la superioridad de “los médicos”, estableciéndose una clara jerarquía con dos vertientes.
En primer lugar, la jerarquía médico-paciente y en segundo lugar, la jerarquía hombre-mujer.
La violencia obstétrica se debe visibilizar, al igual que se ha hecho con otras múltiples violencias que sufrimos las mujeres.
Porque si no sabemos que existe y no la conocemos, no podemos luchar contra ella, ni las mujeres ni la sociedad.
Y como indica la CEDAW, los estados tienen la obligación visibilizar la violencia contra las mujeres para poder luchar contra ella.
De modo que, aunque se siga negando, la violencia obstétrica existe y, como con todas las violencias, las mujeres lucharemos por erradicarla.
Para ampliar información:
https://revistas.ucm.es/index.php/INFE/article/view/60886/4564456551436