Las cuatro olas del feminismo

 In Abolicionismo, Teoría Feminista

El feminismo, como movimiento de emancipación de las mujeres, ha ido evolucionando en función de los hitos que ha ido consiguiendo y ampliando sus vindicaciones. Es por eso que podemos hablar de las cuatro olas del feminismo.

Esta lucha por la liberación de las mujeres de la opresión patriarcal se manifiesta por primera vez durante el periodo histórico de la Ilustración, hace casi trescientos años.

Hasta ese momento imperaba la creencia de que las mujeres éramos naturalmente inferiores y que nuestro destino era la servidumbre hacia el hombre.

Es decir, nacer mujer condicionaba tu destino.

Las mujeres estaban completamente subyugadas a la autoridad del padre, hermano, marido e incluso de los hijos.

Sin embargo, a raíz de la revolución francesa y de la Ilustración, periodos de gran eclosión de la razón y de los derechos civiles, empiezan a surgir pensadoras que ponen en jaque los postulados ilustrados que no incluyen a las mujeres.

Destaca especialmente Mary Wollstonecrafct que en 1792 publica Vindicación de los Derechos de la Mujer. En él manifiesta su convencimiento de que la opresión de las mujeres es sumamente injusta, que es política y que hay que liberarse de ella.

Otra autora importante es Olympe des Gouges, quien escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. La razón, que las mujeres fueron completa y expresamente omitidas de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Los hombres, dejan a un lado los derechos de las mujeres y es por eso que son las mujeres, como Mary Wollstonecraft y Olympe des Gouges, quienes deben visibilizar la situación de sumisión en la que se encuentran.

En esta primera ola del feminismo, las mujeres son por primera vez realmente conscientes de su opresión y reivindican los derechos civiles. Unos derechos que fueron concedidos en igualdad de condiciones a todos los hombres.

Se podría considerar que el feminismo nace de la Ilustración, especialmente debido a que esta es una etapa de predominio de la razón sobre la fe y de la ciencia sobre la superstición. Sin embargo no aborda la falsa creencia de la inferioridad natural de las mujeres. 

Como afirma Amelia Valcárcel, “el feminismo es un hijo no querido de la Ilustración, pero no por ello es menos hijo, aunque la Ilustración no lo buscara”.

El feminismo de la primera ola o el feminismo ilustrado consiguió poner de manifiesto cuál era la situación de las mujeres y la opresión que vivían. Sin embargo, los cambios tardarían en llegar.

Con el cambio de siglo, se da un rearme patriarcal.

Las mujeres siguen siendo consideradas menores de edad sujetas a la autoridad de los hombres. No tienen capacidad jurídica ni económica, ni siquiera la patria potestad de sus hijos e hijas.

Incluso existían delitos exclusivos para mujeres como el aborto o adulterio.

Las mujeres tenían muchas libertades por conquistar y sobre ello se va a volcar el feminismo de la segunda ola, también llamado feminismo sufragista.

Durante el siglo XIX las mujeres van a luchar por la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos. Sin embargo, esta lucha no será recíproca y en el momento de reclamar los derechos de las mujeres, estas se verán nuevamente solas.

El movimiento sufragista enumera todas las trabas que se encuentran las mujeres para conseguir el pleno ejercicio de su ciudadanía y buscan su abolición.

Durante esta etapa debe destacarse como fundamental la Declaración de Séneca Falls en la que se ponen de manifiesto diferentes reivindicaciones sociales, religiosas y civiles para las mujeres.

Todas las peticiones fueron aceptadas por unanimidad a excepción del derecho al voto femenino, solamente amparado por una pequeña mayoría.

A partir de esta declaración surge el movimiento sufragista, eje del feminismo de la segunda ola.

Pero esta segunda ola empezó luchando por conseguir el derecho a la educación, tanto elemental como superior.

El acceso a los estudios elementales se justificó de cara a su utilidad para llevar mejor la casa.

En cambio, las mujeres que alcanzaban estudios superiores eran “excepciones a su sexo”, por lo que el derecho de las mujeres a cursar estudios superiores se demoró más y no fue hasta pasada la segunda guerra mundial que las mujeres pudieron acceder al libre ejercicio de cualquier profesión titulada.

La consecución de los derechos educativos fue uno de los pilares fundamentales para seguir consiguiendo y afianzando otros derechos civiles y políticos, como el derecho al voto.

En Reino Unido el movimiento sufragista también cobra relevancia encabezado por Emmeline Pankhurst.

La lucha por el derecho al voto de las mujeres se extiende a lo largo y ancho del planeta.

El primer país en otorgar el sufragio a las mujeres fue Nueva Zelanda en el año 1893. El único país que lo concede en el siglo XIX.

Las mujeres consiguen el derecho al voto en Reino Unido y Estados Unidos en los años 1918 y 1920, respectivamente.

En España no se logra hasta el 1931. Hito conseguido por la incansable lucha de Clara Campoamor (https://hablemosdefeminismo.com/el-voto-femenino-en-espana-tiene-nombre-clara-campoamor/).

Esta segunda ola del feminismo culmina con la Declaración Universal de Derechos Humanos impulsada por Eleanor Roosvelt y firmada en 1948, una vez terminada la II Guerra Mundial.

Con el logro del sufragio femenino en gran parte del mundo occidental, se consideró que el feminismo ya no jugaba ningún papel y que este ya no hacía falta.

Como se ha comprobado, nada más lejos de la verdad.

El feminismo entra en un periodo que podríamos denominar de letargo hasta que Betty Fiedan publica La Mística de la Feminidad.

El feminismo de la tercera ola aparece en el contexto socio-histórico posterior a la II Guerra Mundial. Periodo en el que los varones que vuelven de la contienda necesitan los empleos que durante la misma son ejercidos por las mujeres.

Para lograr la vuelta de las mujeres al hogar se arma una gran campaña de propaganda en veneración de la “ama de casa ejemplar”, el “ángel del hogar” y “la esposa abnegada”.

En 1963 se publica La Mística de la Feminidad de Betty Friedan, que pone de manifiesto el “problema que no tiene nombre”. Es decir, pone a la luz el malestar que sienten las mujeres cuando tratan de guiar sus vidas por los estereotipos sexistas.

Las vindicaciones de esta tercera ola seguirán dirigiéndose, al igual que en la primera y segunda, a la plena consecución de los derechos civiles. Pero además, se añadirá la lucha por los derechos sexuales y reproductivos.

Especialmente se luchará por conseguir derechos como el divorcio, conseguido en España en el 1986, y el aborto y métodos anticonceptivos.

Las mujeres quieren tener el control de su vida y de sus cuerpos, ya que sin ello, nunca podrán conseguir la libertad.

Se lucha también por conseguir la igualdad en el espacio público: en la política, en el empleo y en la remuneración, eliminando el conocido como “techo de cristal”.

El feminismo de principios de la tercera ola, podría considerarse como feminismo liberal. Centrado en definir la situación de las mujeres como de desigualdad y por abogar por la reforma del sistema hasta conseguir la igualdad entre los sexos.

Años después, especialmente en los setenta, nacerá el llamado feminismo radial, aquel que se adentra en la raíz del problema de las mujeres.

Lo encabezan nombres como Kate Millett con Política Sexual y Sulamit Firestone con su Política de la Sexualidad.

A diferencia del feminismo liberal anterior, se centra en determinar qué es lo que produce la opresión y explotación de las mujeres. Va más allá de la desigualdad.

Se definen por términos fundamentales para entender el feminismo y la opresión de las mujeres como “género” y “patriarcado”, y como el sistema patriarcal se mantiene y solo se transforma para poder seguir sobreviviendo.

Se nombra por primera vez que “lo personal es político” y por lo tanto todas las esferas de nuestra vida, tanto lo público como lo privado debe ser abordado.

La década de los 70, también coincide con la internacionalización del movimiento feminista y de su incursión en organismos internacionales. Prueba de ello son las Conferencias Mundiales sobre la Mujer, celebradas en Ciudad de México (1975), Copenhague (1980), Nairobi (1985) y Beijing (1995).

Sin embargo, desde la cuarta conferencia en 1995 no ha habido posteriores, solamente actualizaciones. De esta ya hace 26 años.

¿Quiere decir esto que ya hemos conseguido todas las vindicaciones del movimiento feminista?

Obviamente, no.

Las mujeres seguimos en pleno siglo XXI azotadas por múltiples opresiones que no se han conseguido erradicar.

Sigue existiendo el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina, la trata de mujeres con fines de explotación sexual, la violencia machista y la violencia sexual.

En muchos países las mujeres siguen sin tener derechos sobre su propio cuerpo y se sigue exigiendo el derecho al aborto seguro, libre y gratuito.

Han aparecido nuevas formas de explotación de las mujeres como la explotación reproductiva con los vientres de alquiler.

La violencia sexual está repuntando y cada vez son más las personas, en especial los hombres, que niegan la violencia ejercida hacia las mujeres por el mero de hecho de serlo.

Nos dicen que el feminismo no es necesario, que ya tenemos igualdad y que ¿qué más queremos?

Nos lo dicen en un contexto en el que el patriarcado se ha disfrazado de diversidad y de libre elección, pero en el mismo en el que las mujeres seguimos viviendo la opresión por nuestro sexo.

Por todas estas circunstancias y en este contexto concreto, nace el feminismo de la cuarta ola.

En el siglo de las nuevas tecnologías, el feminismo se ha convertido en un movimiento social y político global y las mujeres de todo el mundo se están levantando contra el patriarcado.

Movimientos como el Me Too, el Yo sí te creo y la marcha verde de América del sur por el aborto, están marcando esta última ola.

Las principales vindicaciones que se exigen es el fin de la violencia contra las mujeres, especialmente de las violencias sexuales: violaciones, acoso sexual, prostitución y trata y pornografía.

Hemos conseguido identificar las violencias que sufrimos las mujeres no solo dentro del hogar, sino también en el espacio público y en definitiva, en cualquier ámbito.

Se lucha contra la creencia patriarcal y masculina de que los hombres pueden acceder libremente a los cuerpos de las mujeres.

Después de tres grandes olas y de 300 años de luchas y vindicaciones, el patriarcado sigue encontrando diferentes formas de perpetuarse ante las que el movimiento feminista debe responder.

La última, aludiendo a la libre elección, la libertad, los sentimientos y la diversidad, y de esta forma, los derechos de las mujeres, vuelven a estar en entredicho.

Como dijo Simone de Beauvoir: “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”

Es por ello que el movimiento feminista sigue siendo absolutamente necesario y conocer las cuatro olas del feminismo es fundamental para saber cuál es nuestro origen, las vindicaciones que hemos hecho y hacia dónde vamos

La agenda no se ha cumplido y debemos de seguir luchando por la abolición del género, la prostitución, la pornografía y la explotación reproductiva.

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