Las mujeres en el cine
Desde hace algún tiempo, he empezado a reflexionar sobre la imagen que se muestra de las mujeres en el cine. Esta imagen que se muestra de nosotras ha ido calando e introduciéndose en nuestro imaginario social y colectivo.
Al igual que la imagen que proyectan otros medios de comunicación, el papel de las mujeres en el cine ha sido una pieza más en la construcción de la personalidad e identidad de las personas de nuestra sociedad.
Cuando nos sentamos frente a una pantalla, la información que se nos muestra no entra y sale sin más, no solo pasamos un buen rato, nos divertimos y ya está. Toda la información que se nos transmite colabora en la construcción de los seres humanos a lo largo de nuestra vida.
De modo que estos mensajes son realmente poderosos ya que son más que nada sutiles y no resultan fáciles de detectar si no sabemos que están ahí y les prestamos atención directa. Además, aunque sabemos que son relatos de ficción y no son “la vida real”, esto no impide que nos influyan.
Pero esta influencia tan marcada del cine en la sociedad, ¿ha influido del mismo modo sobre la imagen de los hombres y de las mujeres? ¿Se nos ha representado igual? Obviamente la respuesta es NO.
Las mujeres a lo largo de la historia del cine hemos sido encasilladas en función de los roles y expectativas de los hombres. A pesar que existieron muchas mujeres pioneras en la producción fílmica, todas ellas fueron finalmente apartadas y no se les permitió el acceso a nuevas figuras. Por tanto, el cine se ha venido haciendo por y para los hombres.
Por tanto, las historias que se han contado han sido protagonizadas por hombres, quienes han sido los que han llevado siempre el peso del argumento y las mujeres han sido meras acompañantes del protagonista.
Durante la primera mitad del siglo XX, el cine se encontraba debajo de la censura del código Hays, el cual regía el cine por la moral puritana y el mccarthismo, que perseguía entre la industria cinematográfica a los supuestos aliados del comunismo.
Estas dos tendencias marcaron también el papel de las mujeres en el cine. Las mujeres de las películas debían ser tremendamente sufridoras e idílicas. Sin embargo las productoras encontraron la manera de contar historias que cumplían con la moral imperante pero con bellezas explosivas para atraer al público masculino.
Una vez termina la segunda guerra mundial, los soldados vuelven a sus casas y descubren cómo las mujeres han podido rehacer sus vidas, trabajan, son independientes y son conscientes de sus capacidades y libertades. Esto provoca una contundente reacción, la como expresa Betty Friedan en La Mística de la Feminidad y el cine fue un elemento clave en promover nuevamente unos modelos opresores de mujeres. Por una parte, la mujer idílica, madre y sacrificada, y por otra la mujer bella y perversa que tiene que ser reconducida duramente.
Eso sí, ambos tipos de mujeres eran hermosas dentro de sus respectivos papeles opuestos. Sin embargo, estos cánones de belleza no se aplicaban para nada a los hombres, quienes solían ser mayores y poco atractivos, para nada consonantes con el aspecto de ellas.
Encontramos también el papel de la femme fatale. Estas mujeres son tremendamente hermosas, pero a la vez son malvadas, se aprovechan de los hombres y les hacen sufrir para conseguir sus fines. Y la única manera de que eso no les ocurra a los hombres, es aprovecharse de ella primero y hacerla sufrir por lo que hace.
Con este tipo de personajes y roles, se comprueba como las mujeres aparecían (o más bien siguen apareciendo) en función de la relación con los personajes masculinos. Es decir, el cine ahonda las desigualdades sociales, las exagera y aumenta.
Por un lado, borra completamente a las mujeres. Además, considera que las mujeres no son importantes, porque si las historias importantes son las que se cuentan, si las mujeres no aparecen es porque ni ellas ni sus historias lo son. Solo importan por su relación con el hombre y por su papel erótico-amoroso.
Un papel único, el amoroso, y central en las mujeres ya que es la razón de ser de los personajes. En cambio no lo es de los personajes masculinos. El amor es lo que mueve a las mujeres y mientras lo encuentren serán buenas y sumisas, mientras se mantengan jóvenes y bellas claro. Pero si no lo encuentran, cuando se hagan mayores (pasados los 30), serán unas amargadas que querrán destruir a todos los hombres y someterlos a sus intereses.
Pero, en la actualidad, ¿se siguen manteniendo estos roles y papeles tan marcados?
Bien, por una parte sí, estos papeles siguen muy presentes en las producciones, además las historias masculinas siguen siendo muy predominantes.
Sin embargo, cada vez hay más historias que tratan de dejar de lado los estereotipos más rancios y mostrar una nueva y más real imagen de las mujeres, sobre todo como protagonistas de sus propias historias silenciadas durante décadas.
Empezamos a ver películas que narran episodios históricos en los que las mujeres fueron claves (Sufragistas), se retratan realidades que viven las mujeres y muchas veces no son tenidas en cuenta (Las inocentes), se producen filmes que muestran las hazañas y los logros de mujeres (Figuras Ocultas) y cómo estas consiguen romper barreras en sus respectivas sociedades y culturas (Quiero ser como Beckham y La bicicleta verde).
Finalmente, también se trata de una forma diferente el tema de la maternidad. Ya que tradicionalmente en el cine, a pesar de que las mujeres somos las que seguimos encargándonos de las tareas de los cuidados, en las películas aparecen especialmente padres y no madres. Y cuando aparecemos somos siempre madres abnegadas y sacrificadas o madres dictadoras. Por tanto deben destacarse las películas que no responden a estos roles dicotómicos (Erin Brockovic y Mil veces buenas noches).
Pero a pesar de las nuevas propuestas cinematográficas queda mucho camino por recorrer y por cambiar.
Por tanto, todo aquello que nos dicen las series de televisión, las películas, los dibujos animados, los anuncios, los videojuegos… tenemos que tenerlo en cuenta. Es imprescindible que reflexionemos sobre todo ello desde una mirada y un punto de vista críticos, para de esta forma poder empezar a cambiarlo.
Texto inspirado en el magnífico libro de Pilar Aguilar Carrasco: El Papel de las Mujeres en el Cine. Lectura imprescindible.