La situación de las mujeres en la música
El espacio público y con este, el conocimiento, han pertenecido históricamente a los hombres, quienes han apartado a las mujeres de toda posibilidad de acceso a estos.
A lo largo de los siglos XX y XXI, las mujeres cada vez estamos más presentes en todos los ámbitos de la vida, del poder y del conocimiento.
Esta mayor presencia se ha conseguido gracias a una ardua lucha de las feministas que durante décadas no han cesado en su empeño de conseguir la eliminación de cualquier forma de opresión hacia las mujeres.
Se han llevado a cabo avances, pero estos son insuficientes y la realidad de las mujeres en la música es un claro reflejo de que seguimos en una sociedad patriarcal que menosprecia a las mujeres por el mero hecho de serlo.
Es cierto que existen cantantes muy famosas y que han llegado a lo más alto de sus carreras musicales.
Por ejemplo, Beyoncé es la artista que más premios Grammy ha ganado en la historia de estos galardones.
Existen otros muchos ejemplos de mujeres triunfadoras, como Taylor Swift, Rosalía, Miley Cyrus… Sin embargo, esto no puede enmascarar las cifras que hay detrás de estas grandes artistas.
Sin tener en cuenta el género musical, los datos reflejan que alrededor del 70% de la industria de la música pertenece a los hombres y tan solo el 30% a las mujeres.
Otras cifras que pueden ayudar a crearnos una idea general de la situación de las mujeres en la música son los siguientes:
En Estados Unidos tan solo el 15% de las discográficas son propiedad mayoritaria de mujeres; en Canadá, apenas el 6% de los productores reconocidos son mujeres y en Europa, las compositoras registradas suponen apenas un 20% del total.
Además, de la lista de las 600 canciones más populares entre 2012 y 2017, apenas el 22% fueron interpretadas por mujeres y el 12% creadas por compositoras.
Es cierto que puede que estos datos hayan mejorado en estos poco más de 6 años, pero la igualdad de las mujeres en la música todavía está muy lejos de alcanzarse.
En el ámbito en el que está especialmente lejos dicha igualdad es en el de la música clásica.
Este sigue siendo un género muy masculinizado, sobre todo en lo que respecta a la composición y dirección de orquestas.
En relación con la composición, en 2018, “Women in Music” reveló que solo 76 de los 1445 (5,26%) conciertos ofrecidos el año anterior por grandes orquestas de música clásica incluyeron al menos una pieza compuesta por mujeres.
Y de entre todas las obras que se tocaron (más de 3500), sólo el 2,3% fueron hechas por compositoras.
En el ámbito cinematográfico, las mujeres que componen para películas suponen apenas del 2 al 3%.
Estas cifras son absolutamente ridículas, pero las que reflejan la situación de las mujeres en la música en España, no son muy diferentes.
El informe del año 2022 ¿Dónde están las mujeres en la música? (https://fundacion-sgae.s3.amazonaws.com/2022/Estudios/D%C3%B3nde+est%C3%A1n+las+mujeres+en+la+m%C3%BAsica+sinf%C3%B3nica+2022.pdf) realizado por las asociaciones Clásicas y Modernas y Mujeres en la Música en colaboración con la Fundación de la SGAE, deja patente la gran desigualdad entre hombres y mujeres en la música sinfónica en España.
La música sinfónica presenta los porcentajes de presencia femenina más bajos de cualquier ámbito musical e incluso que de cualquier profesión, incluyendo hasta las profesiones más masculinizadas.
Este estudio analiza 23 orquestas sinfónicas españolas durante la temporada 2018-2019.
De estas 23, trece no programaron ni una obra compuesta por una mujer.
Un dato especialmente vergonzoso porque las 23 orquestas o bien son de titularidad pública o bien tienen un gran respaldo de la administración.
Es decir, las pagamos entre todas.
Este informe refleja que solo el 5% total de compositores interpretados eran mujeres y solo representaban el 1% de las obras programadas.
Obviamente, esto no quiere decir que no haya compositoras, sino que estas están invisibilizadas y no son tenidas en cuenta.
Esta situación de invisibilización viene de muy lejos y como reflejan los datos, está lejos de revertirse.
Probablemente casi todo el mundo sea capaz de nombrar a un compositor clásico varón. Pero muy poca gente será capaz de hacer lo mismo con una mujer compositora.
Grandes compositoras como Hildegarda de Bingen (1098-1179), monja alemana, primera y única mujer autorizada por su iglesia para predicar que escribió obras musicales completas para su convento y como Francesca Caccini (1587-1641), primera mujer italiana en escribir una ópera interpretada exitosamente, han quedado en el olvido o sus obras se han atribuido a autores masculinos.
Otra compositora olvidada fue Clara Schumman (1819-1896) (https://hablemosdefeminismo.com/clara-schumann-una-musica-invisibilizada/).
Muchas de sus obras fueron atribuidas a su marido, Robert Schuman.
Esta compositora y pianista escribió “Una mujer no debe desear componer, nadie lo ha logrado, ¿por qué yo debería poder?”.
Por supuesto, no es que las mujeres no tuvieran talento, sino que si no tienes referentes y la sociedad te dice que no podrás, difícilmente te creerás capaz de hacerlo a pesar del talento que tengas, como le pasaba a Clara Schuman.
La situación no mejora si atendemos a la dirección de orquesta.
La historia de las mujeres en la dirección de orquesta tiene un recorrido muy corto.
Así como hay datos sobre mujeres compositoras desde el siglo XI, la historia de las mujeres en la dirección de orquesta se remonta tan solo al siglo XX.
La neerlandesa Antonia Brico fue la primera mujer en convertirse en directora de orquesta al dirigir las filarmónicas de Berlín y Nueva York en 1930. Hace menos de cien años.
Hay una película sobre ella del año 2018, titulada “La directora de orquesta”.
En España, la primera mujer directora fue Elena Romero Barbosa.
Elena nació en Madrid en 1907. Ofreció su primer concierto de piano a los 12 años en el Círculo de Bellas Artes.
En 1948, a pesar de que su formación académica se vio ensombrecida por la Guerra Civil, consiguió ser directora de orquesta, convirtiéndose en la primera mujer en conseguirlo en el territorio español.
Más tarde, en la primera en dirigir la Orquesta Sinfónica de RNE y la Orquesta Ciudad de Barcelona.
Lo consiguió siendo mujer y republicana durante la dictadura franquista.
Pero a pesar de sus logros, prácticamente nadie la conoce.
Ejercer la dirección de una orquesta, supone asumir el liderazgo e imprimir la propia personalidad sobre las y los músicas/os. Coordinas, inspiras, marcas el ritmo y das el visto bueno. Das órdenes.
Por tanto, ser directorA de orquesta supone liderar, llevar las riendas, el mando, dar instrucciones y los liderazgos femeninos todavía no se han naturalizado, más aun cuando se dan en un mundo profundamente masculinizado.
Llegar a ser directora de orquesta supone una gran odisea y aunque algunas lo han logrado, siguen siendo muy pocas y no por falta de talento.
Algunas de las más relevantes y con más proyección son, entre otras:
- Alondra de la Parra
- Marin Alsop
- Mirga Grazinyte-Tyla
- Inma Shara
- Shi-Yeon Sung
Si atendemos nuevamente a las cifras para las mujeres en la dirección de orquesta, estas no son mucho mejores que para la composición.
En el año 2019, en Estados Unidos, de las veinte orquestas clásicas más reconocidas, sólo una estaba dirigida por una mujer.
Retomando el estudio de 2022 ¿Dónde están las mujeres en la música? (https://fundacion-sgae.s3.amazonaws.com/2022/Estudios/D%C3%B3nde+est%C3%A1n+las+mujeres+en+la+m%C3%BAsica+sinf%C3%B3nica+2022.pdf), este nos muestra como solo el 8% de los directores de orquesta en España son mujeres.
De las 23 orquestas estudiadas, trece de ellas no programaron ni un concierto dirigido por una mujer e insisto, lo pagamos entre todas.
Si hablamos de números, frente a 13 directoras mujeres hay 141 directores hombres (9,2%). Además, estas trece mujeres solo han dirigido el 4,97% de conciertos de la temporada estudiada (32 de 643).
Es decir, los hombres sí que repiten frente a los conciertos, pero las mujeres no.
La situación de las mujeres en la música en España es lamentable, como arrojan los datos, tanto en composición como en dirección.
Sin embargo, esta situación es incluso peor si atendemos a las cifras que nos aporta uno de los conciertos más famosos, sino el más famoso: El concierto de año nuevo de la Filarmónica de Viena.
Este concierto es un fiel reflejo de la desigualdad que sigue existiendo entre mujeres y hombres en la música y en la sociedad.
De sus ciento cuarenta y cinco intérpretes solo veinticinco son mujeres (17,2%) y diez de ellas han sido contratadas recientemente.
Esta orquesta solo hace 26 años que admite mujeres como intérpretes y solo lo hizo después de las duras críticas recibidas por sexismo cuando se presentó en el Carnegie Hall de Nueva York por la Alianza Internacional para la Mujer en la Música.
En 2006 solo había una mujer en la orquesta, la arpista Charlotte Balzereit.
Pero no es casual que sea arpista. Este es un instrumento muy feminizado y hay muy pocos hombres que lo toquen profesionalmente.
A partir del 2007 aumentó la contratación de mujeres. Sin embargo, las cifras siguen siendo irrisorias.
Atendiendo a la dirección del concierto, en los ochenta y cinco años de su historia no ha habido ninguna mujer que haya dirigido este concierto y no parece que la situación vaya a cambiar.
Según manifestó su presidente Daniel Froschauer en diciembre de 2022, todavía no ha llegado el momento de que este concierto lo dirija una mujer: “hace falta mucha experiencia para afrontar este reto”.
Parece ser que para Daniel Froschauer no hay ninguna mujer directora en el mundo con la suficiente experiencia.
En 2017 Gustavo Dudamel con tan solo 35 años dirigió este concierto, así que, parece que se necesita más experiencia si eres mujer.
Sin embargo, esta situación de desigualdad no solo se refleja a través de las cifras que dejan patente la falta de mujeres compositoras y directoras, sino también mediante situaciones de discriminación, acoso y abuso sexual, falta de reconocimiento, brecha salarial e invisibilidad.
Los casos más conocidos de abusos y agresiones sexuales han sido los protagonizados por dos de los ídolos de la música más famosos, Herbert Von Karajan y Plácido Domingo.
Ambos son conocidos por agredir sexualmente a mujeres bajo la premisa de restringir su contratación y permanencia en sus puestos de trabajo.
James Levine, Charles Dutoit y Daniele Gatti son otros directores que han sido apartados de sus cargos por denuncias por acoso sexual en los últimos años.
Las mujeres también son penalizadas con sueldos más bajos que sus compañeros varones y con papeles secundarios, además de por quedarse embarazadas y/o ser madres.
Además, estas cifras, al igual que en otros ámbitos, no se explican mediante el que hecho de que no haya mujeres brillantes o suficientemente buenas para ocupar puestos relevantes.
Esto se debe a las prácticamente insuperables trabas que se les ponen para que las mujeres no puedan alcanzar sus objetivos.
Las mujeres músicas no solo deben demostrar su talento artístico y profesionalidad, sino que además deben ser capaces de lidiar con el mundo masculinizado y discriminatorio de la música, que incluso puede llevarlas a situaciones abusivas por motivos sexuales y de embarazo y maternidad.
Además, los hombres que ejercen el poder se aseguran de mantener a las mujeres fuera de ese ámbito, utilizando incluso la violencia.
Todos estos datos sobre la situación de las mujeres en la música, no se circunscriben únicamente a este ámbito, sino que son el reflejo extremo de la sociedad patriarcal en la que seguimos viviendo.
Una sociedad que sigue excluyendo y oprimiendo a las mujeres por el mero hecho de serlo.
Por tanto, al igual que para acabar con el sexismo en la sociedad patriarcal en la que vivimos, en la música todavía queda un largo y arduo camino por recorrer.
Algunas de las medidas que se están utilizando para paliar esta situación son, por ejemplo, el uso de cortinas o biombos en las pruebas de acceso, para que no se pueda ver a la persona intérprete y no se sepa si es hombre o mujer.
De este modo, los probables prejuicios del tribunal hacia las mujeres se diluyen.
La primera audición que se llevó a cabo de esta forma fue en 1952 en Estados Unidos en la Orquesta Sinfónica de Boston.
Este procedimiento se instauró en este país y se considera que el 55% de las nuevas contrataciones de mujeres son gracias a utilizar este procedimiento.
En algunos países europeos se ha establecido esta práctica como obligatoria.
Otra cuestión clave son las acciones positivas para fomentar la presencia de mujeres en ámbitos en los que están ausentes.
Aunque, la principal medida y aquella que surtirá más efectos a largo plazo es la educación en igualdad, sin sesgos sexistas y la visibilización de referentes.
Si las niñas no conocen a ninguna mujer que antes que ellas que haya logrado lo que aspiran, les pasará como a Clara Schuman, se creerán incapaces por mucho talento que tengan.
En definitiva, la situación de las mujeres en la música sigue siendo muy complicada, motivada por vivir en una sociedad que todavía es profundamente sexista.
Sin embargo, es importante visibilizar esta situación para que se puedan llevar acciones para cambiarla.
Sobre todo, denunciar el sexismo para que quienes lo practiquen dejen de formar parte de lugares de poder y de decisión que impiden el acceso a las mujeres y/o abusan de las pocas que logran acceder.
- Bibliografía