¿Qué es la violencia vicaria?
¿Qué es la violencia vicaria?
Últimamente hemos oído mucho hablar de la violencia vicaria, pero ¿qué es la violencia vicaria?
La palabra “vicario” se define como sustitución o reemplazo de un individuo por otro en el ejercicio de una función o en la vivencia de una situación. Esto se puede traducir a la violencia.
Según la psicóloga Sonia Vaccaro, quien acuña este término, la violencia vicaria es aquella violencia que se ejerce sobre los hijos e hijas para herir a la mujer. Es una violencia secundaria a la víctima principal que es la mujer.
Es decir, aunque podríamos decir que las víctimas que reciben el maltrato directo son los hijos e hijas, el objetivo de los maltratadores son las madres, sus ex parejas.
Es a la mujer a quien quieren dañar y este daño lo realizan a través de terceras personas, especialmente sus hijos e hijas.
El maltratador sabe lo que supone para la mujer dañar a sus hijos e hijas, y más aún asesinarles. Sabe que no se podrá recuperar nunca y que ese dolor e incluso puede que la culpa la acompañen siempre.
En estos casos los maltratadores no entienden a sus hijos e hijas como personas, al igual que tampoco lo hacen con sus ex parejas. Los perciben como objetos e instrumentos de su propiedad, y que al igual que cualquier otro objeto, pueden ser utilizados en este caso para dañar.
Esto es posible, ya que en los casos de divorcios cuando la mujer es víctima de violencia machista, nuestras leyes, en concreto la ley orgánica 1/2004 solo refiere que podrá suspender la guarda y custodia, la patria potestad y el régimen de visitas, estancias o comunicaciones (artículos 65 y 66 respectivamente).
Es decir, que si el juez o la jueza no suspenden la guarda y custodia, la patria potestad y el régimen de visitas, ese padre maltratador seguirá teniendo contacto con sus hijos e hijas.
Según datos del Consejo General del Poder Judicial en España, solo en el 3,1% de los casos de violencia machista en España se suspende el régimen de visitas a los padres maltratadores. Y solo un 5,2% los jueces y juezas retiran de la guarda y custodia a los agresores como medida cautelar de protección de niños, niñas y adolescentes.
Con estos datos, vemos como la ley, aunque es muy deficitaria, permite a los y las profesionales de la justicia contar con herramientas para proteger a las mujeres y a sus hijos e hijas y no las aplican.
Por tanto, no es solo un problema de la legislación, sino de quienes legislan.
Estos maltratadores puede que no tenga acceso a la mujer para ejercer un maltrato directo hacia ella, pero pueden llegar a ella a través de sus hijos e hijas.
Con estas situaciones lanzamos varios mensajes.
Por un lado se cree que un maltratador puede ser un “buen padre” y que no tiene nada que ver el maltrato hacia la madre con la relación con sus hijos e hijas.
Y por otro lado no consideramos a los hijos e hijas víctimas indirectas y directas de esta violencia.
Nos preocupamos más por “los derechos del progenitor a visitarles y a ejercer la paternidad” que de la seguridad, bienestar, integridad e interés superior de los hijos e hijas.
Sin embargo el asesinato de los hijos e hijas por parte de sus padres maltratadores para dañar de por vida a su madres, no es más que la punta del iceberg.
Es la consecuencia más nefasta de la violencia vicaria, pero no es la única.
Esta violencia suele empezar de forma muy sutil, al igual que el ejercicio de todos los tipos de violencia machista.
Puede expresarse dañando objetos queridos como fotografías, a mascotas, amenazando de dañar a seres queridos…
El ejercicio de la violencia vicaria se hace mediante el desplazamiento del odio, rabia, ira y violencia que sufre el maltratador hacia todo aquello que la mujer quiere.
Algunas señales pueden ser por ejemplo que los niños vuelvan de casa del padre maltratador sin ropa adecuada, sucios, que les desaparezcan objetos y la madre tenga que volver a comprarlos o que no estén bien alimentados.
En estos casos la madre suele ser tachada de “loca”, “exagerada” o “histérica”, como siempre que se intenta silenciar, acallar y descalificar los argumentos de una mujer.
Es muy probable que haya amenazas del tipo “te voy a quitar a los niños” o “no les volverás a ver”.
Esta es una herramienta de coacción muy poderosa. Permite al agresor recuperar el control perdido sobre la mujer con la separación o divorcio, ya que supone que la mujer no pondrá en riesgo la vida de sus hijos e hijas. De este modo cederá, tolerará y callará.
Además de los efectos que esta violencia tiene sobre las mujeres, también los tiene sobre los niños y niñas.
El más grave y del que siempre los medios de comunicación y la sociedad se hace eco es el asesinato, pero existen muchos más.
A nivel psicológico, estos niños y niñas ven su autoestima y autoconcepto deteriorados y dañados. Pueden llegar a sentirse culpables de la situación o de no ser capaces de cambiarla o pararla.
Es probable que haya un deterioro en el rendimiento académico, en la capacidad de concentración y de atención. Dificulta la adquisición de la empatía y habilidades sociales.
Pueden tener comportamientos disruptivos, agresivos y falta de control de impulsos.
Aparece con frecuencia el trastorno de estrés postraumático, al igual que en las mujeres maltratadas. Entre otros.
A pesar de la gravedad de las consecuencias tanto para las mujeres como para los niños y niñas y que desde el año 2013, cuando empiezan los registros, más de 40 niños y niñas han sido asesinados por sus padres con motivo de la violencia machista, este tipo de violencia ha permanecido oculta durante mucho tiempo, restándole importancia.
Ha sido en los últimos años cuando más hemos escuchado hablar por casos tan sonados como el de José Bretón que asesinó a su hija Ruth de 6 años y su hijo José de 2 años en el 2011 o el de las niñas Anna y Olivia de secuestradas por su padre, constatándose el asesinato de Olivia.
A pesar de los escalofriantes datos tanto de violencia machista como de violencia vicaria, la primera incorporación en la ley en la que se tiene en cuenta este tipo de violencia es en la a Disposición Final Décima de la Ley Orgánica 8/2021 modifica el artículo 1 de la Ley Orgánica 1/2004 , estableciendo que la violencia de género también comprende la violencia que con el objetivo de causar perjuicio o daño a las mujeres se ejerza sobre sus familiares o allegados menores de edad, ya que hasta este momento no se hacía.
Esto es completamente insuficiente y se requiere una modificación profunda de las leyes y también de quienes las aplican, acompañada de una impostergable sensibilización y formación de toda la sociedad.
Si la sociedad no cambia, las leyes no servirán de nada.
Por último, es importante diferenciar la violencia vicaria del síndrome de alienación parental.
¿Por qué? Porque personas que niegan la violencia machista consideran que el falso síndrome de alienación parental es la consecuencia de la violencia vicaria ejercida por las madres para dañar a los padres alienando a los hijos e hijas para que no quieran estar con sus padres inventando unos falsos abusos y malos tratos.
A diferencia de la violencia vicaria, síndrome de alienación parental no existe.
Es un instrumento inventado por Richard Gardner (https://hablemosdefeminismo.com/la-falacia-del-sindrome-de-alienacion-parental/) para avalar los abusos sexuales y que estos puedan ser cometidos de forma impune sobre niños, niñas y adolescentes.
Su autor trata de mostrar a las mujeres como seres malvados que son capaces de tergiversar y manipular la voluntad de cualquier persona y en especial de los hijos e hijas para conseguir sus fines, en este caso dañar al progenitor abusador.
Por tanto, según este individuo las mujeres se inventan todas las situaciones de abusos sexuales para poder dañar a su ex pareja y “quitarle” a sus hijos e hijas.
Sin embargo, esta no puede ser considerada como violencia vicaria y el argumento más poderoso es que este síndrome no existe y no ha sido reconocido nunca.
Tanto la violencia vicaria como el falso síndrome de alienación parental son formas de violencia machista.
La principal diferencia que existe entre ellas es que el síndrome de alienación parental es una forma de patologizar llamándolo síndrome a un hecho y una reacción completamente normal y comprensible que es que una hija o un hijo rechace y no quiera ver a su padre maltratador y/o abusador.
En estos casos se atribuye la responsabilidad y la culpa de que esto suceda a la madre quien “ha ocasionado ese síndrome” en sus hijos e hijas.
Se desvía el foco de la responsabilidad hacia una de las víctimas, en este caso la mujer, en vez de hacia el maltratador y/o abusador.
Por el contrario la violencia vicaria, como se ha venido mencionando, se ejerce dañando a los hijos e hijas para a su vez dañar a la madre.
En ambos casos se está haciendo una instrumentalización de los hijos e hijas para dañar a la madre.
Se utiliza a los hijos e hijas de forma directa en la violencia vicaria y de forma más indirecta o desplazada en la utilización del síndrome de alienación parental para dañar a la madre.
Se comprueba como la violencia machista puede ser ejercida de múltiples formas y no solo de forma física que es la más fácilmente reconocible. Puede ser psicológica, económica y sexual. Y también puede ser violencia vicaria, siendo la más grave la ejercida a través de los hijos e hijas.
Por tanto, nuestra sociedad tiene mucho que hacer en el ámbito de la violencia machista. Es cierto que parece que hayamos avanzado mucho y lo hemos hecho, pero no es ni de lejos suficiente.
Las leyes deben modificarse urgentemente.
No podemos considerar a los maltratadores buenos padres, ni siquiera capaces de ejercer la guarda de sus hijos e hijas.
Debemos de acabar con la falacia de que los niños y niñas necesitan tener un padre y que será perjudicial crecer sin uno.
Lo que es perjudicial es que los niños y niñas crezcan en un ambiente de violencia y con un padre maltratador.
Las leyes deben proporcionarnos herramientas, muchas más de las que hay, pero si aun habiéndolas no se aplican no solo deben modificarse las leyes, sino también quienes las aplican.
Y esto solo es posible mediante sensibilización y educación. Aboliendo el género y todas las formas de opresión hacia las mujeres.
Porque quienes niegan la violencia machista y la opresión sexista que seguimos sufriendo las mujeres, son cómplices de ella.
Os dejo unos enlaces interesantes para ampliar información:
Gracias por tu blog y por compartir información contenidos tan necesarios.
Enhorabuena.
Un saludo.
Nadia.
¡Muchas gracias!