¿Vivimos un regreso hacia discursos esencialistas azules y rosas?
Ha estado socialmente preestablecido que las mujeres deben actuar, vestir y comportarse de una forma determinada para encajar en lo que corresponde según el sexo: Hemos vivido en una sociedad con discursos esencialistas respecto al sexo y el género.
Simone de Beauvoir, afirmó hace décadas, que no se nace mujer, se llega a serlo, frase que implica que lo que se entiende en nuestra sociedad como “ser mujer” es una construcción cultural. Es decir, que el género es una construcción social, que no tiene que ver con el sexo biológico con el que nacemos.
Desde entonces, parece que, hemos avanzado mucho en esta materia. Puede parecer que las mujeres ya no estemos bajo la presión de encajar bajo ciertos estándares sociales y culturales. Sin embargo, actualmente vivimos una regresión hacia discursos esencialistas sobre qué representa ser mujeres.
Ideas que parecían ya superadas con el auge del feminismo y la introducción del concepto “género”.
Estas concepciones consideran que la feminidad está sujeta a un determinismo biológico inamovible. Es decir, el sexo biológico determina tu género, y en definitiva tus gustos, deseos, sentimientos y pensamientos, y hay múltiples ejemplos de ello.
En primer lugar, se sigue teniendo la concepción de que las mujeres deben tener “instinto maternal”, que es algo INNATO y NECESARIO en las mujeres.
Porque nosotras somos las que nos quedamos embarazadas y parimos a nuestras hijas e hijos. Por esto mismo, nos tenemos que encargar de su cuidado, renunciando a nuestras carreras laborales, dejando de trabajar y/o reduciendo la jornada laboral. Los hombres raramente lo hacen.
Otro ejemplo es la frase que todas y todos hemos escuchado: “los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez”, pero las mujeres sí. Cosa que carga a las mujeres con trabajo extra, excusando a los hombres bajo una falsa premisa biológica.
Esto también ocurre a la hora de elegir los estudios. Se percibe como las carreras y estudios que van encaminados a la ayuda y el cuidado de las demás personas están sobrerrepresentados por las mujeres. Estudios como magisterio, enfermería o psicología.
Esto es, desde mi opinión, que desde que las mujeres nacemos, se nos inculca la importancia del cuidado hacia los demás, contrariamente que a los hombres, que se les inculca la independencia. Esto también está basado en la “tendencia innata” que tienen las mujeres a este tipo de estudios y actividades.
En esto también influye la famosa frase “las mujeres son malas en matemáticas”. Las niñas oyen esto desde que nacen, prácticamente, y a pesar que en un principio su desempeño es igual al de sus compañeros varones, acaba siendo peor, convirtiéndose en una profecía auto-cumplida, cercenando las aspiraciones que puedan tener las niñas de convertirse, por ejemplo, en científicas.
La minoría de mujeres que hay en carreras científicas y técnicas, no es una cuestión biológica, sino social y cultural. Aunque se crea lo contrario.
Todo esto, se refleja también a través de los juegos y juguetes tan marcadamente diferenciados a los que juegan niñas y niños, fomentando nuevamente el esencialismo biológico y diferenciado para mujeres y hombres.
Estos juegos con roles tan marcados, siguen basándose en una tendencia innata, que atribuyen ciertos gustos en función del sexo biológico y obligamos a niñas y niños a que deben de encajar en dichos gustos.
Finalmente, quiero hacer mención a uno de los ejemplos más claros en el que se puede ver el esencialismo de género: el autobús de Hazte Oír. Autobús perteneciente a un grupo ultra católico que en los últimos años han hecho campañas contra el colectivo LGTBI+, con mensajes como: los niños tienen pene, las niñas tienen vagina, que no te engañen.
Este grupo defiende un determinismo biológico en el que tu identidad de género debe coincidir con tus genitales, rechazando todas las demás alternativas. Tendencia que parece que, más que remitir, está cogiendo fuerza.
Por tanto, y a pesar de la mucha pedagogía que se está realizando, especialmente desde el movimiento feminista en contra del determinismo y esencialismo biológico, están resurgiendo, y con mucha fuerza, pensamientos e ideas que parecían empezar a superarse.
Pero eso, debe darnos más fuerzas con las que seguir avanzando hacia un futuro en que el sexo con el que nazcas, no debe llevar implícitas tus ideas ni tus pensamientos, y mucho menos tus sueños.