¿Es el trastorno límite de la personalidad la nueva histeria?

 In Psicología Feminista

El trastorno límite de la personalidad fue descrito por primera vez por el psicoanalista estadounidense Adolf Stern en 1938.

Este trastorno se acuñó para describir a pacientes que no encajaban ni en la categoría de “neuróticos” ni tampoco en la de “psicóticos”.

Pero no es hasta el año 1980 que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) decide incluirlo en la tercera revisión de su manual diagnóstico, el DSM.

Actualmente, el trastorno límite de la personalidad se sigue incluyendo en el DSM-5 dentro de los trastorno de personalidad del grupo B.

Este trastorno se caracteriza porque la persona que lo padece presenta un “patrón dominante de inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos, e impulsividad intensa, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos”.

Además, lo anterior se tiene que manifestar “por cinco (o más) de los hechos siguientes:

Esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginado.

Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas que se caracteriza por una alternancia entre los extremos de idealización y de devaluación.

Alteración de la identidad: inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y del sentido del yo.

Impulsividad en dos o más áreas que son potencialmente autolesivas (gastos, sexo, drogas, conducción temeraria, atracones alimentarios).

Comportamiento, actitud o amenazas recurrentes de suicidio.

Inestabilidad afectiva debida a una reactividad notable del estado de ánimo.

Sensación crónica de vacío.

Enfado inapropiado e intenso, o dificultad para controlar la ira.

Ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés o síntomas disociativos graves.”

Es decir, lo que caracteriza a un trastorno de la personalidad como el trastorno límite, es un patrón comportamental, relacional, emocional y cognitivo categorizado como disfuncional por no encajar dentro de lo esperable y/o deseable en una cultura, una sociedad y un tiempo concretos.

Por tanto, su consideración de patología mental, o al menos, los criterios diagnósticos podrían variar en función del contexto social y del momento histórico.

Actualmente, es uno de los diagnósticos más comunes dentro de los trastornos de personalidad.

Se considera que entre un 1’5 y un 2% de la población adulta está diagnosticada de trastorno límite de la personalidad, de las cuales, casi el 75% son mujeres.

Los hombres con los mismos síntomas son más diagnosticados como TEPT y depresión.

Estos datos podrían inducirnos a pensar que, los criterios diagnósticos previamente descritos y elaborados por la APA, pueden haber estado y seguir afectados por la cultura y la sociedad imperantes. Una cultura y una sociedad patriarcales.

Si a esto le sumamos, que las mujeres están sobrediagnosticadas con trastornos mentales, especialmente ansiedad y depresión, y que muchas de sus dolencias son consideradas como psicosomáticas, sería verosímil considerar que podría ocurrir algo similar con el trastorno límite de la personalidad.

Además, a pesar de la cifra de 4 mujeres contra 1 hombre en el diagnóstico del trastorno límite de la personalidad, este es menos estudiado en las mujeres.

Al igual que el resto de enfermedades, ya sean psicológicas o físicas, el trastorno límite de la personalidad se estudia principalmente en muestras poblacionales de hombres como garantes de la universalidad.

La psicología y la psiquiatría siguen basando sus estudios en la falsa y patriarcal creencia de que el modelo más adecuado para el estudio es el masculino.

Con esto lo que se está haciendo es obviar las diferencias en la prevalencia de este trastorno y dificultando y entorpeciendo las posibilidades de dilucidar sus causas y origen.

Sin embargo, aunque existen algunos estudios, todavía existe un gran desconocimiento sobre este trastorno.

En relación con sus causas, no se descarta una base genética, aunque todavía no se ha establecido ninguna con claridad y además, se considera insuficiente para explicarlo.

Existen otros factores significativos a tener en cuenta y todos ellos están especialmente relacionados con el trauma.

Por un lado, hay que tener en cuenta las circunstancias vividas durante la infancia, especialmente relativas a la historia familiar de la persona diagnosticada.

Existe conexión entre familias violentas, progenitores que abusan de sustancias, familias con rasgos invalidantes, familias negligentes y separación temprana de la madre y/o del padre y este trastorno.

También se han encontrado vínculos entre el abuso sexual infantil y el trastorno límite de la personalidad.

Pero no todas las personas expuestas a un abuso sexual infantil desarrollan trastorno límite de la personalidad.

Eso indicaría que coexisten otros factores, como podría ser la parte genética y biológica.

Sin embargo, sí que existe una mayor prevalencia de abusos sexuales infantiles entre población diagnosticada de trastorno límite de la personalidad (40-70%) que entre las personas diagnosticadas de otro tipo de trastorno de personalidad (19-26%).

De este modo, se podría hablar de que existe una relación significativa entre el trastorno límite de la personalidad y el abuso sexual infantil, como también se ha encontrado con el maltrato y negligencia en la infancia.

Pero no solo afectan al trastorno límite de la personalidad las circunstancias vividas en la infancia, sino también en la adolescencia y la primera adultez.

Este trastorno se ha relacionado también con haber sufrido violencia machista y agresiones sexuales en estas etapas vitales de cambios y vulnerabilidad.

Con esta información, es posible empezar a encontrar conexiones acerca de los motivos por los que este trastorno está más presente en mujeres.

Las mujeres son quienes sufren agresiones sexuales mayormente, además de la enorme prevalencia de la violencia machista y las enormes consecuencias que esta tiene.

No obstante e insistiendo en la enorme diferencia en su prevalencia entre sexos, no puede obviarse el probable sesgo sexista que existe en este diagnóstico.

Marsha Linehan, psicóloga estadounidense y una de las mayores expertas sobre trastorno límite de personalidad, también lo relaciona con los fuertes sesgos sexistas en la educación y la sociedad.

Especialmente, hace mención a las niñas cuyas aptitudes y talentos coinciden con aquellos “esperados” en el sexo masculino y se ven rechazadas, juzgadas e incluso castigadas por alejarse del ideal femenino.

Esta situación prolongada en el tiempo puede llevarlas a entender que “hay algo malo en ellas”, sobre todo si ven a niños que por sus mismas conductas sí que se ven recompensados.

Otra autora, Wirth-Cauchon, hace referencia al trastorno límite de la personalidad como “la medicalización de los sentimientos y conductas agresivas en las mujeres como respuesta a las contradicciones de género y violencia de la sociedad moderna actual”.

Es decir, la autora relaciona las condiciones traumáticas, de violencia y de género, entendido este como estereotipos limitantes hacia las mujeres, con el trastorno límite de la personalidad.

Por tanto, aunque es posible que exista alguna base genética y biológica, la relación de situaciones traumáticas con este trastorno es bastante significativa.

Situaciones traumáticas que viven principalmente las mujeres, lo que podría explicar en parte esta diferencia en la prevalencia tan marcada.

Sin embargo, es importante resaltar, que los hombres con conductas y comportamientos similares, son más diagnosticados de TEPT y de depresión.

Trastornos que no afectan a la configuración de su personalidad y que son reversibles.

Por tanto, a esas condiciones adversas y traumáticas más frecuentes en mujeres se añadirían los sesgos sexistas en el diagnóstico.

Pero este no ha sido el primer trastorno mental que se ha diagnosticado en las mujeres debido a las citadas condiciones adversas por el mero hecho de ser mujeres.

A finales del siglo XIX y principios y mediados del XX el diagnóstico de histeria era tremendamente frecuente. http://(https://hablemosdefeminismo.com/la-histeria-como-herramienta-de-control-patriarcal/)

Cualquier mujer que no encajaba dentro de los prototipos de esposa y madre abnegada, era diagnosticada de histeria.

Cualquier mujer que no era sumisa y pasiva, era catalogada de histérica.

Se diagnosticaba tanto a mujeres con problemas reales de salud mental como a mujeres que, simplemente, se negaban a encajar en el destino que se les había impuesto por ser mujer.

Este diagnóstico de histeria ha caído en desuso debido a que se ha comprobado que no era un trastorno mental real.

Pero todavía no se ha superado la tendencia de catalogar como enfermedad mental cualquier comportamiento, conducta o emoción que no encaja con lo que se espera en las mujeres.

En el siglo XXI, parece que se trata del trastorno límite de la personalidad.

No se puede obviar que, tratándose de un trastorno de personalidad, mayoritariamente diagnosticado en mujeres, existan estereotipos sexistas en sus criterios y diagnóstico.

Trastornos que además, están en parte basados en aquello que se separa de lo esperable y deseable socialmente.

Además, no se pueden olvidar los sesgos sexistas que siguen existiendo en la medicina, psicología y psiquiatría.

Todavía hay profesionales que consideran el modelo de comportamiento y conducta normal al de los hombres, lo que conllevaría una patologización del de las mujeres.

Obviando que las posibles diferencias entre hombres y mujeres probablemente estén causadas por una crianza estereotipada, una sociedad sexista y/o malos tratos, abusos y violencia.

Las causas del trastorno límite de la personalidad todavía no se han dilucidado, aunque se ve con bastante claridad que existe una relación entre el trastorno y los estereotipos sexistas, el trauma y la violencia contra las mujeres.

Se desconoce si existe una causa biológica, pero el optar por esta explicación, obviando o dejando en un segundo plano las condiciones y circunstancias sociales que sufren las mujeres, podría cristalizar las imágenes estereotipadas de género atribuyendo una vulnerabilidad femenina hacia este trastorno.

De modo que, es fundamental tener en cuenta las circunstancias y condiciones sociales y familiares que viven las mujeres en una sociedad patriarcal antes de incluir un nuevo trastorno y diagnosticar a las mujeres con este.

Los sesgos sexistas en salud mental siguen estando muy presentes, por tanto es probable que el trastorno límite de la personalidad se haya convertido en la histeria del siglo XXI.

Bibliografía

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