La querella de las mujeres
La querella de las mujeres
A lo largo de toda la historia de la humanidad se ha afirmado la inferioridad de las mujeres en todos los ámbitos, especialmente en el intelectual. Una inferioridad que se medía siempre en comparación con una supuesta superioridad natural de los hombres.
Este argumento, esgrimido siempre por parte de los hombres en una sociedad patriarcal y misógina, ha valido durante siglos para excluir a las mujeres de todo aquello que no fuese el ámbito doméstico y de cuidados.
Validando la tesis de la inferioridad femenina, en el siglo XIV, periodo denominado como Baja Edad Media, se empieza a desarrollar el debate conocido como La Querella de las Mujeres.
Este debate durará hasta la Revolución Francesa en el siglo XVIII, momento a partir del que van a surgir las ideas que desembocarán en el movimiento feminista.
Este debate versó sobre la capacidad intelectual de las mujeres y sobre su inferioridad respecto a los hombres.
En un principio, únicamente participaban varones, quienes durante toda la historia se han considerado con el derecho de establecer las normas sobre cómo debían ser las mujeres y regir los límites e imposiciones que debían cumplir.
Algunos de ellos en defensa de las mujeres, aunque eran una pequeña minoría. Sin embargo, seguían siendo hombres hablando de las mujeres.
Es decir, como en toda sociedad patriarcal, los hombres deciden sobre ellos mismos y también sobre las mujeres.
Esto fue así hasta la intervención de Christine de Pizan a principios del siglo XV, la primera mujer que participa en La Querella de las Mujeres.
Christine de Pizan hace público este debate y deja de ser algo en lo que solo pueden participar ciertos hombres cultos.
Lo que manifestó y por lo que se “querella” Christine de Pizan fue que las mujeres no eran naturalmente inferiores a los hombres, como defendían los hombres participantes en el debate, sino que si esa supuesta inferioridad se daba, no era natural, sino social y cultural.
Si se relegaba a las mujeres al ámbito doméstico y se les impedía la educación y al conocimiento, nunca podrían alcanzar el nivel de los hombres que pertenecían al espacio público y tenían acceso a la cultura.
Es en este momento cuando por primera vez las mujeres van a tomar la palabra pública para hacer evidente la misoginia que se está ejerciendo sobre ellas y para hacer defensa de sus capacidades.
La corriente literaria dominante y el imaginario colectivo de ese momento, estaba influenciado por la visión misógina sobre la mujer que describe “El Romance de la Rosa”, poema del siglo XIII.
Christine de Pizan, viendo la misoginia que se refleja en dicho poema, escribe en 1405 el libro “La Ciudad de las Damas”.
En esa obra, la autora refleja como la falta de formación era el único límite a las capacidades del sexo femenino.
Esto se refleja a través de frases como: Si fuera habitual mandar a las niñas a la escuela y enseñarles las ciencias con método, como se hace con los niños, aprenderían y entenderían las dificultades y las sutilezas de todas las artes y las ciencias tan bien como los hombres, La ciudad de las damas (1405).
Christine de Pizan estableció las bases para exigir la educación para las mujeres, la igualdad entre mujeres y hombres y puso sobre la mesa que las mujeres no eran naturalmente inferiores a los hombres.
Por tanto y aunque hubiera algunos hombres contrarios a la inferioridad intelectual de las mujeres, no fue hasta la participación de Christine de Pizan que hubo un oposición firme y contundente a los postulados misóginos de la época.
Este debate sobre La Querella de las Mujeres se prolongó a lo largo de los siglos hasta la Revolución Francesa y fue probablemente la raíz de la aparición de las ideas de igualdad que harán surgir feminismo.
Los argumentos y postulados de La Querella de las Mujeres también traspasaron fronteras y llegaron a los reinos hispánicos en el siglo XV, tanto a la Corona de Aragón como al Reino de Castilla.
Es también el siglo XV el momento de toma de conciencia por parte de las mujeres de ambos reinos, que viven en una sociedad patriarcal limitadas por la misoginia imperante.
En primer lugar, el debate llega a la Corona de Aragón, donde los argumentos se dirigen más hacia la defensa de la inferioridad femenina.
Sin embargo, se da la situación contraria en la corona de Castilla. La reina María de Aragón supone un punto de inflexión.
Conocedora de obras gestadas en contra de las mujeres, la reina impulsa un movimiento destinado a frenar o al menos mitigar la visión peyorativa y despectiva acerca de las mujeres e incluso matrocina diferentes obras.
Según Ana Vargas Martínez en su libro “La Querella de las Mujeres. Tratados Hispánicos en Defensa de las Mujeres”, la reina María de Aragón se puso ella misma al frente del movimiento que a partir de esos momentos se inicia en la corte castellana en defensa del sexo femenino.
A partir de ahí, surgen diversas obras literarias que tratan de contrarrestar dicha imagen negativa.
Obras como: “Triunfo de las donas” de Juan Rodríguez de la Cámara, “Defensa de virtuosas mujeres” de Diego de Valera o “Triunfo de les dones” de Joan Roís de Corella.
También hubo obras fundamentales escritas por mujeres que iban en la misma línea argumentativa que Christine de Pizan.
Destaca Teresa de Cartagena quien escribe La Arboleada de los Enfermos, considerada un antecedente de la literatura mística española.
Dada la calidad literaria de la obra, los hombres de su tiempo creyeron que no había podido haber estado escrita por una mujer y que era un plagio. Ante estas dudas, Teresa decide escribir un alegato en defensa de la capacidad intelectual de las mujeres.
Este alegato lo encontramos en Admiraçión operum Dey en el que la autora arguye como a las mujeres también se les ha concedido por gracia de Dios, la capacidad intelectual al igual que a los hombres.
Este libro es el primero conocido en lengua castellana escrito por una mujer participando en la Querella de las Mujeres.
Otra autora de gran importancia es Isabel de Villena quien escribe en valenciano Vita Christi. En esta obra, utiliza la voz del mismo Jesús para la defensa de las mujeres.
La autora debate, argumenta y demuestra lo erróneos que estaban los tópicos de la literatura misógina en la corona de Aragón, prácticamente la única en la época.
Este libro ha pasado a ser uno de los más importantes de la literatura en valenciano y universal del siglo XV.
A partir de este momento en Europa occidental, se abre un camino en el que las mujeres por primera vez tomarán la palabra en el espacio público para defender sus capacidades y tomarán conciencia de la opresión que viven por su sexo, por ser mujeres.
Este camino se culminará en el surgimiento del movimiento feminista después de la Revolución Francesa y durante la Ilustración y que ha llegado hasta el siglo XXI.
Este debate, a pesar de los cambios que ha vivido, ya que por suerte hemos avanzado en estos 600 años, sigue estando sobre la mesa.
Las mujeres seguimos «querelladas» diariamente contra las ideas esencialistas que nos condenan al ostracismo, al ámbito doméstico y a la otredad.
Es por ello que es fundamental conocer la historia de las mujeres que nos ha llevado al punto en el que estamos y que nos ha allanado el camino hacia librarnos de la opresión sexista, a pesar del camino que todavía nos queda por recorrer.