Plataformas online y blanqueamiento de la explotación sexual
Muchas personas podemos pensar y creer seriamente que la explotación sexual es algo lejano, ajeno y que no nos atañe en absoluto.
Ni a nosotras y nosotros ni a nuestro alrededor.
Que eso solo pasa a mujeres vulnerables, marginales, incluso solo a mujeres migrantes.
Sin embargo, estamos muy equivocadas con este pensamiento, porque la explotación sexual tiene múltiples formas y caras y se ha ido adaptando a los cambios muy rápidamente y con sutileza.
Ya no es suficiente con la trata. La demanda es muy superior y hay que cubrirla, por lo que el patriarcado ha buscado otras formas de satisfacer dicha demanda. En este caso mucho más sutilmente.
Ante este aumento de la demanda, se requieren nuevas formas, nuevos métodos y nuevas víctimas.
Nuevas formas, métodos y víctimas que hagan pensar a la sociedad que no estamos hablando de explotación sexual, sino de chicas y mujeres libres y empoderadas.
Pervirtiendo la idea de la libre elección y del consentimiento y con unas víctimas que, a priori, no lo parecen por no encajar en cómo se espera que sea una víctima de explotación sexual.
Cuando hablamos de estos nuevos métodos hablamos de Onlyfans y plataformas similares como Justforfans, Manyvids, Membershyp, AVN Stars, FanCentro, InkedGirls, LoyalFans, IsMyGirl, MyGirlFund, MYM.fans, FanFix, IWantFanClub… Todas ellas funcionan igual que Onlyfans.
Pero, ¿cómo funcionan?
Su funcionamiento es sencillo: una persona ofrece contenido privado a cambio de dinero.
Gran parte del contenido ofrecido es de índole sexual y la gran mayoría de creadoras de este tipo de contenido son chicas jóvenes y aquellos que pagan por estos contenidos son hombres.
Es decir, se repite el mismo sistema que con formas más “tradicionales” de explotación sexual (la prostitución y la pornografía).
La jerarquía sigue siendo exactamente la misma.
Sin embargo, estas plataformas tienen varios elementos diferenciadores que a su vez son facilitadores de estas prácticas.
En primer lugar, se da a través de internet, lo que, por un lado, facilita el acceso desde cualquier lugar y en cualquier momento, y por otro lado te hace creer que estás segura desde tu casa y sin contacto físico.
En segundo lugar, no hay, a priori, estigma aparente. No te señalan como puta.
Además, se utilizan eufemismos para para glamurizar e invisibilizar la realidad que detrás se esconde.
Por ejemplo, utilizando palabras como “emprendedora” y “creadora de contenido”.
Otro elemento importante es la utilización de famosas e influencers con el objetivo de atraer a chicas y mujeres, para hacerte creer que puedes triunfar fácilmente como ellas.
Por último, aunque podría haber otros, se publicita como un negocio de éxito y ventajoso.
Se vende la idea de que puedes tener mucho rédito económico subiendo las mismas fotos que subes a otras redes sociales de ti misma sin que te paguen, como fotos en bikini.
Además, tiene múltiples supuestas ventajas laborales.
Eres tu propia jefa, no tienes horarios, es fácil y tienes ingresos elevados.
Sin embargo, todo esto no es más que un mero espejismo para atraer a chicas jóvenes diluyendo los límites de la pornografía y la prostitución.
Quieren vendernos la idea de que esto no es explotación sexual, porque no las obligan a estar ahí, porque no las traen engañadas de otros países, porque no todas son mujeres vulnerables.
Pero hay que tener en cuenta que se trata de un negocio multimillonario propiedad de hombres en un sistema capitalista, neoliberal y patriarcal.
Primero, el sistema capitalista y neoliberal nos dice que todo, absolutamente todo, se puede capitalizar. También la sexualidad y el cuerpo de las mujeres.
Y segundo, el sistema patriarcal, nos dice que el principal capital de las mujeres es su cuerpo y su sexualidad.
Por tanto, es un método totalmente válido para ganarse la vida, aunque solo para las mujeres.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que las mujeres no son libres para subir el contenido que consideren.
Deben someterse a lo que el mercado sexual marca. Un mercado sexual liderado por hombres.
Por lo que lo que prima es, como siempre, el deseo masculino que las mujeres deben garantizar independientemente del suyo y de sus límites personales.
Y si la finalidad de estar en la plataforma es ganar dinero, aunque empieces poco a poco y poniendo límites, cada vez normalizas más contenidos y prácticas y te acabas sometiendo.
Por tanto, ¿serían las plataformas como Onlyfans un negocio cualquiera?
Absolutamente, no.
Aunque traten de maquillarlo, se trata de explotación y violencia sexual contra mujeres.
Pero este tipo de plataformas no nacen de la nada y aparecen chicas y mujeres dispuestas a someterse a estas prácticas porque sí.
Previamente tienen que darse una serie de factores y circunstancias que facilitan y te dirigen hacia ello.
Algunos de los factores que facilitan el verse inmersas en estas plataformas son la precariedad laboral y económica de mujeres jóvenes, la cosificación e hipersexualización, el falso empoderamiento, la pornificación de la sociedad y el blanqueamiento que se hace de estas plataformas.
Se les está diciendo a las adolescentes y a las jóvenes que ya no es importante estudiar y formarse.
Obviamente sí que es la mejor opción para los adolescentes y jóvenes varones, pero para las mujeres el patriarcado tiene otras opciones.
Su mayor capital y de donde pueden sacar mayor rédito es de su capital sexual, no del intelectual. Este último no se promueve en ellas.
Se les vende que van a conseguir llegar al mismo sitio estudiando que con estas plataformas, por lo que no tiene sentido estudiar ya que supuestamente este camino es más fácil.
Pero que si quieren hacerlo y no tienen dinero, pueden pagar sus estudios de esta forma.
Se les vende como una opción de éxito fácil y al mínimo coste, porque les va a pagar por algo que ya están haciendo en otras redes sociales como Instagram o Tiktok: subir contenido.
Otro aspecto facilitador es la cosificación e hipersexualización de niñas y adolescentes y la pornificación de la sociedad.
Mediante la cosificación se despoja las mujeres de su condición de seres humanos. Se nos reduce a la categoría de objetos, en concreto de objetos sexuales.
Al no ser ya individuos no somos individuales, sino un todo homogéneo. Somos idénticas, intercambiables (https://hablemosdefeminismo.com/las-mujeres-somos-iguales-o-identicas/)
Además, se socializa a las niñas en la aucosificación y la hipersexualización. Cada vez desde más temprana edad las niñas se visten y se comportan de forma más sexualizada con el beneplácito de toda la sociedad.
Pero nada tiene que ver con su propia voluntad. Es la sociedad patriarcal la que les dice qué tienen que hacer.
Y esto no es más que el caldo de cultivo para este tipo de plataformas.
También encontramos en nuestra sociedad la normalización de esta hipersexualización y de la pornificación de contenidos.
Se puede ver en campañas publicitarias, programas, productos e imágenes.
Las mujeres siempre están ahí para agradar a los hombres.
Hay que tener en cuenta también dos conceptos que se han pervertido en nuestra sociedad y blanquean prácticas como las de Onlyfans.
Estos conceptos son la libre elección y el empoderamiento.
Se nos vende que todos estos comportamientos y prácticas han sido elegidos de forma libre por las niñas, chicas y mujeres que los llevan a cabo.
Sin embargo, se obvia que detrás hay toda una sociedad, una historia y un sistema que promueve y garantiza que el camino elegido por ellas sea este.
Toda la maquinaria social gira en torno a esta libre elección.
También se vende la falsa idea de empoderamiento, un concepto totalmente pervertido por el patriarcado.
Se difunde la idea de que una mujer tiene poder cuando un hombre está dispuesto a pagar por su contenido sexualizado.
Pero esto no es el poder. El poder es otra cosa. Es estar en los gobiernos, en empresas, en lugares de importancia, no enseñar tu cuerpo por dinero.
Por último, otro elemento facilitador de este tipo de plataformas es el blanqueamiento que se hace de ellas.
Utilizan eufemismos, aparecen famosas y se vende como algo ventajoso.
Pero no es más que una forma de glamurizar la explotación sexual.
Como dice Carmen Ruiz Repullo: “Onlyfans no nos pega el hostión porque hay un camino que está allanado antes. Porque hay un camino muy bien diseñado para que a ti Onlyfans no te parezca una página de prostitución”.
Pero no solo las prácticas de creación de contenido y de consumo del mismo son similares a la explotación sexual tradicional, sino que además, en estas plataformas también encontramos proxenetismo disfrazado y puteros.
Existen personas y agencias que se dedican a reclutar a chicas mediante redes sociales ofreciéndoles un negocio favorable.
Además, una vez captadas se encargan de gestionar su “negocio” y de “enseñarles” cómo pueden obtener mayor rédito, obviamente a cambio de su comisión.
Además de intentar evitar a toda costa, ya sea mediante chantajes y amenazas, que las chicas no salgan de ese mundo.
En la inmensa mayoría de los casos, estos “agentes” son hombres.
Se trata de proxenetismo 2.0.
Cabe tener en cuenta también, que España es el tercer país del mundo en consumo de prostitución, por lo que no es de extrañar que hayan tenido tanto éxito estas plataformas.
Este método online facilita el acceso y el anonimato de los consumidores, también en menores de edad.
Además, estas plataformas tienen un elemento diferenciador importante que atrae especialmente a los consumidores.
Pueden obtener servicios deseados y exclusivos, porque quien paga manda.
Incluso sienten una conexión emocional, se sienten especiales.
Pero aparte de eso, sigue siendo una forma en la que los hombres demuestran su hombría, dominación, poder y se perpetúa el orden patriarcal mediante la sumisión de las mujeres.
Uno de los elementos facilitadores de estas prácticas que se ha nombrado anteriormente, ha sido la falsa percepción de seguridad que tienen las jóvenes y mujeres que forman parte de estas plataformas.
Sin embargo, estas prácticas no son en absoluto inocuas. Tienen graves consecuencias.
En primer lugar, se produce un importante daño social mediante el estigma, la vergüenza, el aislamiento y los prejuicios, aunque no se den a priori.
También a través de la huella digital, entendida como el rastro que dejas cuando usas internet. Esta es permanente, no se puede borrar. Además, las plataformas son dueñas de este contenido y este se puede difundir sin consentimiento.
En segundo lugar, se puede sufrir daño físico siendo víctimas de una agresión sexual ya sea cuando se sobrepase la barrera de lo digital, o cuando los hombres perciban a estas chicas como “accesibles” por formar parte de estas plataformas.
Finalmente, también puede haber importantes secuelas psicológicas, como depresión, ansiedad e insomnio, debido a la deshumanización vivida, a la distribución de contenidos sin consentimiento, a la posible extorsión y al acoso y/o chantaje cuando se intenta salir de ese mundo.
Por tanto, mediante estas plataformas se sigue perpetuando el sistema patriarcal y de explotación sexual pero de una forma mucho más sutil, desconectando la explotación sexual de su significado violento, aunque también lo tiene.
Sin embargo, existen personas, muchas, que no quieren ver esto como lo que es.
Personas que legitiman estas prácticas amparándolas en supuestos derechos y libertades, otros conceptos despojados de significado.
Pero se les olvida que vivimos en el patriarcado del consentimiento, donde la libertad funciona como una coartada para la opresión de las mujeres.
Una sociedad en la que la libertad no existe si toda tu socialización te dirige a ello.
No se analizan los motivos que llevan a las jóvenes a tomar estas decisiones y las entienden como libres.
Pero están viciadas por el patriarcado y el capitalismo.
Por lo que no puede existir consentimiento sin deseo en una sociedad patriarcal y estas plataformas no son más que otra forma diferente de explotación sexual de mujeres.
Bibliografía: