La violencia de género en la población más joven
La violencia de género en la población más joven, lejos de estar disminuyendo a raíz de los avances y la supuesta igualdad en la que vivimos (aunque sabemos que no es real), está aumentando y agravándose, especialmente entrando en juego, las nuevas tecnologías y las redes sociales.
Especialmente, la violencia de género en la adolescencia se da en el plano de lo psicológico, aunque puede llegar a ser realmente severa a nivel físico.
Los tipos de conductas que se dan en la adolescencia, son el control, siendo esta una de las manifestaciones más claras a través de la vigilancia de las actividades que realizan ellas. Por ejemplo, su forma de vestir, amistades, dinero…
En segundo lugar, encontramos el aislamiento, cuyo objetivo principal es impedir que la chica tenga amistades, relaciones sociales y otras personas con las que estar que no sean el chico. Incluso, muchas veces, las chicas son las que “por propia voluntad” dejan de tener dichas amistades y relaciones.
Otra muestra de violencia de género en la adolescencia, son los celos. Celos, entendidos como una muestra de amor verdadero.
El acoso, es también una de las acciones que se dan en edades tempranas. Vigilando todas las acciones que realiza la chica en todo momento. Ahora incluso, utilizando tecnologías como gps, teléfono y seguimiento en persona.
Es muy habitual también la descalificación en público, atacando la autoestima y autoeficacia de la chica. Por ejemplo, diciéndole que se calle que no entiende de un tema en concreto, mofándose de un posible error…
El desprecio y la humillación, también son una muestra de violencia, bien mediante insultos o reproches, que a menudo se producen en lugares públicos y con gente alrededor.
Las chicas jóvenes, se ven sometidas en muchas ocasiones al chantaje emocional, castigando, amenazando o bien premiando a la chica cuando esta hace algo que el chico quiere.
Otra muestra a destacar, es la indiferencia afectiva. Es una forma más sutil de violencia, pero que afecta de forma devastadora y muy negativa a las adolescentes. El chico, en este caso, se muestra distante, insensible y ausente ante la chica, llegando incluso a mostrar desprecio por ella.
La forma más directa de violencia psicológica, son las amenazas, especialmente cuando la chica se decide a romper la relación o cuando decide no obedecer a todas las exigencias de la pareja.
Por último, y de una forma cada vez más presente, encontramos la presión sexual. Esta presión se traduce en la imposición para mantener relaciones sexuales mediante el chantaje (enfados, reproches culpa… Es que quizá si no lo hacemos es porque no me quieres).
Todas estas formas de violencia de género que se dan cada vez más frecuentemente entre las adolescentes, tienden a minimizarse y normalizarse, cosa que dificulta mucho su detección, ya que aquellas que lo sufren, no consiguen identificarlo con violencia.
Es por ello, que la visibilización y la sensibilización en relación con la violencia de género, especialmente la psicológica entre las adolescentes, debe ser un punto esencial en la educación, ya que parece más difícil de identificar.
Si aprenden a identificar comportamientos violentos al principio de una relación será más fácil para ellas poder salir de ella, o pedir ayuda para lograrlo.
Pero sobre todo, es importantísimo trasladar toda esta información a los chicos adolescentes, para que entiendan que todas estas conductas son violencia de género, y que perpetrarlas les convierte en agresores.
Porque no podemos poner el foco y la responsabilidad sólo en que ellas sean capaces de identificar la violencia de género, sino que ellos deben dejar de perpetrarla.